Han pasado casi 18 años desde el último capítulo de la telenovela colombiana Pasión de gavilanes, esa que nos cautivó con cada una de sus escenas de amor, romance y traición a lo largo de toda la trama.
A pesar del tiempo, Natasha Klauss sigue siendo tan hermosa y despampanante como aquella que vimos interpretando a la hermosa y aguerrida Sara Elizondo, una de las tres hermanas y principales protagonistas de la telenovela junto a los hermanos Reyes.
Los años le han sentado bien, pues aún conserva ese toque de sensualidad y belleza como al interpretar a su personaje “Sarita” en Pasión de gavilanes.
Ahora con una esencia más madura, proyecta firmeza y determinación como mujer que lleva las riendas.
La talentosa actriz tenía 28 años al participar en la telenovela colombiana que la llevó a la fama internacional.
Hoy, a sus 46 años de edad, sigue participando en diferentes proyectos y su carrera profesional sigue sumando experiencias, así como personajes con cada año que transcurre.
La carrera de Natasha Klauss después de Pasión de gavilanes
Para muchos actores, Pasión de gavilanes fue la producción que los catapultó en sus carreras profesionales, abriéndoles las puertas a diferentes papeles en otras telenovelas, películas o series televisivas.
Luego de concluir esta superproducción en el 2003, Natasha no ha parado de grabar diferentes personajes año tras año.
Es así como ha interpretado papeles en producciones como “La tormenta”, “El Zorro: la espada y la rosa”, “Mujeres asesinas”, “Los herederos del monte”, “La esclava blanca”, entre muchas otras.
Natasha también le ha dado vida a diferentes papeles en series televisivas de renombre, como en el caso de Bolívar que fue transmitida por Netflix y tuvo gran éxito en Latinoamérica actualmente.
Sus últimas actuaciones fueron en “Decisiones: unos ganan, otros pierden” y “Operación pacífico”, ambas estrenadas en 2020.
Los desafíos que afrontó Natasha en la filmación de Pasión de gavilanes
No es ningún secreto que la vida de un actor no es nada fácil. Abandonar su hogar para participar en las grabaciones que pueden durar meses, trabajar sobre tiempos y de madrugada, siempre ensayar un nuevo libreto y repetir las escenas una y otra vez hasta que quedaran perfectas.
Pasión de gavilanes no fue la excepción, pues las exigencias de la producción eran cada vez mayor a medida que se acercaban a los capítulos finales, pues estaban contrarreloj con riesgos de no cumplir los plazos establecidos.
Natasha reveló cómo las escenas nocturnas eran grabadas en exteriores.
Detalló que resultaba difícil filmar, ya que en ocasiones, había demasiada neblina y debían esperar a que pasara para continuar el rodaje.
Esto les hacía perder tiempo y extender las horas de trabajo de esa jornada.
El tema de montar a caballos fue un reto para la actriz. A pesar de que el elenco recibió clases de equitación, ella no perdía el miedo a cabalgar y como relata en entrevistas la misma Natasha, había momentos en los que se bajaba llorando del caballo y tenía que superar su ataque de nervios lo antes posible, pues se acercaba otra escena y debía volver a montar al potro.
Su mayor reto fue pasar tanto tiempo sin ver a su hija de apenas tres años de edad, pues no sabía cómo explicarle por qué su mamá se ausentaba por tanto tiempo, cosa que la deprimía estando en las grabaciones y lloraba de vez en cuando.
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