Más allá de fechas y eventos extraordinarios como bodas, graduaciones y cambios de residencia, tenemos nuestra vida más o menos controlada con estímulos comunes y, algunas veces, identificados. Todos los días de la vida sabemos que cruzando el umbral de la puerta de nuestra casa encontraremos tráfico, problemas para estacionarse, entre otras.
Sin embargo, cuando llega diciembre y todas las fiestas de fin de año, a nuestros estímulos estresores de siempre tenemos que sumarles muchos más. Si bien el fin de año tiene asociados significados religiosos importantes, no podemos negarlo, somos seres rutinarios y cíclicos para quienes los rituales de inicio y terminación son cruciales.
El mes de diciembre es el “corte de caja” ritual que todos los años hacemos (queramos o no) para evaluar cómo va nuestra vida, lo cual nos resulta estresante. Cada uno de esos estímulos que aparecen año con año está asociado con la evaluación que de nuestra vida hacemos durante este fin de ciclo.
Pero, ¿por qué nos causa tanto estrés evaluarnos? Adjunto dos categorías simples:
-Dejarme de querer a mí mismo por no cumplir con mis propias expectativas. Dentro de esta categoría estaría el no haber cumplido con los propósitos de año nuevo o, por ejemplo, no ganar ningún bono en el trabajo, lo que modifica de forma sustancial la manera en la que una persona se ve y valora, ya sea que se sienta débil por no bajar de peso o como incompetente y mediocre por no ser “el empleado del año”.
-Que los otros me dejen de querer. Esta categoría nos hablaría del temor que causa que las personas queridas sientan que no somos lo suficiente o que no cumplimos en darles lo que ellos merecen. Terminar el año sin pareja sentimental o con la sensación de que no se le
está dando a la familia lo que merece o se le quiere dar puede ser causa de estrés. Una presión más es el “quedar bien” con la familia política, para que la pareja siga conforme con nosotros. Y, ojo! la mayoría de las veces esto está en nuestra mente, no en la de las personas
amadas.
RECUERDA
-Así que evalúate considerando todas las áreas de tu vida.
-Evita que una sola nota negativa te haga pensar que nada funciona en tu vida.
-El haber perdido o no peso o llenar el árbol de regalos, no son cuestiones que definen qué tan bueno ha sido nuestro año.
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