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Ocho libros del narco en 2013

Nunca como en los años recientes el narcotráfico ha sido epicentro de tantos fenómenos en el país. El más obvio y trágico de ellos es el de la violencia que ha ocurrido en su nombre, invocada lo mismo por grupos ilegales como por las fuerzas oficiales.

Otro efecto interesante es el de la literatura que ha dejado a su paso esta nebulosa de guerra. El
boom de los libros alrededor del narco ha generado materiales baladíes, pero también es verdad que ha permitido acceder a crónicas excepcionales, estudios rigurosos, ensayos apasionados y testimonios inquietantes.

Al respecto, a continuación, comparto una lista de libros de no ficción sobre el tema que me tocó leer este año y que me parecen particularmente recomendables.

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1) Morir en Malasia (Océano), Víctor Hugo Michel. El relato minucioso de una extravagancia producida por el poco investigado crimen organizado trasnacional made in Mexico: un grupo de sinaloenses caen atrapados por la maraña legal y cultural de un país tan remoto de Culiacán como Timbuctú. El periodista Víctor Hugo Michel nos sorprende a diario con su tesón para investigar y revelar cosas en las diversas plataformas de Milenio, pero en este libro nos demuestra que también es un narrador al que le apasiona encontrarle un sentido más amplio a la información que consigue. Una mezcla entre libro de viajes y libro de aventuras, con el tema del narco de fondo.

2) Medianoche en México (Debate), Alfredo Corchado.
“Al periodismo actual le hace falta poesía”, sentenció el maestro Víctor Roura en su carta de despedida de la sección cultural del diario El Financiero. Sin embargo, este gran libro periodístico de Alfredo Corchado es la excepción. Un corresponsal extranjero – aunque tan mexicano que tiene su ombligo enterrado en un pueblito de Durango­ – consigue narrar a través su historia personal y con un tono cariñoso, la época demencial de un país que aguarda a que ese hueco que hay en su cielo se cierre. Un país que hace rato cuenta las horas para que se acabe su larga medianoche.

3) Chicas Kalashnikov y otras crónicas (Océano), Alejandro Almazán. ¿Qué se puede decir de un libro tan extraordinario que uno ha tenido la suerte de acompañar como amigo mientras se gesta, mientras se padece, mientras se acomete?, ¿qué se puede agregar sobre el cronista más dotado y justamente premiado de México, cuya información sacada de rincones oscuros y lejanísimos de la Condesa termina siendo literatura –y literatura de la buena–? Esta reunión de crónicas de Alejandro Almazán es un homenaje al periodismo narrativo y a los parias de México que pasan por sus páginas a ritmo vertiginoso y suicida.

4) Diario de un agente encubierto, (Planeta), Tomás Borges. Por evidentes razones, la narrativa que suele conocerse sobre el tema del narco es producida por instancias policiales, cuyo lenguaje burocrático, además de encubridor, puede resultar asfixiante. Expedientes judiciales, reportes de la DEA y declaraciones de testigos protegidos, alimentan la narrativa oficial como un coro amaestrado que repite las mismas mentiras una y otra vez, aunque cada vez hay menos gente que las cree. Este libro, pese a haber sido escritor por un ex agente que formó parte de esa maquinaria oficial, representa todo lo contrario. Cada página está dotada de una realidad que difícilmente podemos encontrar en cualquier otro relato, porque el autor, además de protagonizar hechos que van desde el amotinamiento de Osiel Cárdenas en el Penal de Almoloya, hasta operativos especiales desconocidos, cuenta con una pluma bien adiestrada. La intimidad de la guerra del narco dejó de ser un secreto gracias a este revelador testimonio. Cuestión de asomarse. 

5) Crónicas de la violencia (Porrúa), Margarita Solano Abadía. Este libro lo mismo aborda historias de México que de Argentina o Colombia, el país natal de la autora radicada hace tiempo en el Distrito Federal. Las crónicas de Margarita Solano describen la zona de guerra de Ciudad Juárez, las redes ilícitas que trafican personas y órganos, e incluso bordean las exitosas series de televisión colombianas como El cártel o Sin tetas no hay paraíso. Prólogo de Jorge Fernández, el periodista que hace una docena de años, con su libro Narcotráfico: El otro poder, marcó un sendero para investigar los temas del crimen organizado en México.  


6) Diario de una madre mutilada (Ficticia), Ester Hernández Palacios. Ester Hernández es una doctora en Letras a la que le asesinaron a su hija. A partir de esta mutilación que han padecido otras miles de personas en el México contemporáneo; la autora escribe un testimonio profundamente literario y arrebatador como los versos de diferentes poetas que van acompañando este trayecto. Literatura de resistencia. Literatura que conmueve y arroja destellos de luz a tanta pinche sombra.  

7) La guerra contra las drogas, la geopolítica y el miedo (edición de autor), Juan José Mateos Santillán. Felipe Calderón aún busca ser visto como un héroe, por eso su injerencia en la crisis de Michoacán. Lo cierto es que se le recordará como un carnicero. Sin embargo, más allá de nuestras reacciones emotivas ante la barbarie de los años recientes, este brillante trabajo nos demuestra, entre otras cosas, cómo el tema del narco, más allá de Presidentes como Calderón, ha sido usado chapuceramente por Estados Unidos en su agenda con México. A lo largo de su investigación, el autor va planteando que nuestro país no es el patio trasero de Estados Unidos, sino su máxima prioridad en seguridad nacional. Una vez entendido esto, los análisis particulares que se hacen sobre acontecimientos relacionados al narco están enmarcados por una relación bilateral en la que México es el patio, la puerta, el camino y el puente de Estados Unidos hacia el mundo. Incluyendo el mundo del crimen organizado. Un gran libro muy difícil de conseguir.   

8) Los malditos (Grijalbo),  J. Jesús Lemus. Cuando creíamos que la serie de Capadocia había documentado lo suficientemente bien la intriga carcelaria mexicana, un periodista injustamente preso hace lo que hacen los buenos escritores: convertir sus experiencias adversas en escritura. Si aún viviera el gran cronista del narco mexicano, don Jesús Blancornelas, seguramente hubiera disfrutado más que nadie este gran libro.

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