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Prostitución en la CDMX: Calvario para las hijas de la noche (I)

Hace tres años su sexto sentido le avisó pero no supo cómo interpretar la señal. Parada en Puente de Alvarado casi esquina con Ramos Arizpe, esa supuesta capacidad de las mujeres con la que pueden percibir más allá de lo aparente, le dijo que el tipo del Chevrolet marrón, tipo sedán que dos minutos antes le había dado 300 pesos por sexo oral, y que en ese momento se estacionaba de nuevo frente a ella, la asaltaría, aunque nunca imaginó de qué forma.

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Todavía no daban las cero horas, cuando Jessica se acercó al auto para abrir la puerta y el sujeto de no más de 40 años le apuntó al cuello con un revólver. La calle estaba cubierta de oscuridad, pero había gente a la que nunca se le ocurrió pedir ayuda por miedo a terminar muerta como tantas otras compañeras.

El cliente que ahora hacía las veces de verdugo, le ordenó subir al auto sin aspavientos. Le dijo que doblarían a la derecha en la siguiente calle, le haría sexo oral sin protección y además de tragarse el semen, le daría su bolsa con todo y los 3 mil 900 recaudados hasta ese momento. El robo y la vejación no era lo que le importaba en ese instante, ni siquiera el smartphone de última generación recién comprado, lo único que la apuraba era una falda larga con la que todas las mañanas llegaba a su casa en Aragón, para simular que laboraba de mesera en un casino.


Con el rostro lleno de maquillaje barato corrido y lágrimas, aceptó hacerle la felación y darle el dinero siempre y cuando la dejara conservar su bolsa. “Soy bien hocicona, pero por eso la libré, otro me hubiera matado si le digo eso”, narró Jessica con la calma total de quien está habituada a los episodios violentos.

Tras terminar, el sujeto le pidió sólo el dinero y se largó con la clásica amenaza de que le llenaría el cráneo de plomo si volteaba a verlo. Aterrorizada, corrió hasta Paseo de la Reforma para luego tomar un taxi que la llevaría hasta su casa, para llorar junto a su hermana sin poder decir lo que en verdad le había sucedido.

Ese fue el último trabajo de la noche, pero no el último del mes, el año y ni siquiera de la semana, pues a una persona en su condición, las opciones del sistema socioeconómico se le reducen y la prostitución es una “alternativa” con grandes sumas de dinero en poco tiempo, pero llena de atrocidades…

PARA LEER LA HISTORIA COMPLETA IR A LETRA ROJA

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