Corrupción, impunidad, violencia. México es un desastre. Ante esto, ¿tendríamos que ceder parte del territorio nacional para que una ciudad completamente nueva creciera bajo las reglas y la bandera de algún país que admiremos, como Canadá, Francia o Alemania? Ésta es la propuesta principal de desarrollo del controversial economista Paul Romer, profesor de la Universidad de Nueva York, ex economista Jefe del Banco Mundial, y recién nombrado Premio Nobel 2018.
Romer es brillante y divertido. Su trabajo, publicado en las más altas ligas de la ciencia económica. Ha acuñado el término “mathiness” (“matematismo”), la idea que algunos economistas marean a los demás, proponiendo una serie de ecuaciones sin sentido y respaldo empírico. También ha propuesto que la macro economía, lo que hasta antier entendíamos como ciencia económica, no es sino una serie de postulados mágicos y dogmáticos.
Su idea más conocida en teorías del desarrollo y crecimiento, se conoce como “ciudades chárter”. Paul Romer defiende a las ciudades chárter como la posibilidad de brindar opciones a las personas y a los líderes, y crear polos de desarrollo en países que hasta hoy, no cuentan con demasiadas opciones. Se trata de multiplicar el caso de Hong Kong. Como se sabe, el protectorado británico ha actuado como modelo a China en su totalidad.
Como toda gran idea, el principio es más o menos simple. Lo complicado es ejecutarlo. Se tiene que contar con un área de terreno razonablemente grande, y donarlo a un país exitoso. El país vendrá con sus reglas, su calidad de servicios, su sistema educativo y sus gobernantes. Tomará un espacio de un país, y entonces, sus ciudadanos no tendrán que irse a otro país.
Es decir, si hasta hoy millones de mexicanos se han ido a Estados Unidos, la idea simple es donar a los Estados Unidos una porción razonablemente grande de territorio, con la condición de que replique una ciudad de ese país, y ofrezca educación, empleos y servicios, tales como los que se brindan en ese país. Una idea adicional es que pronto, más ciudades repliquen las condiciones de aquella que se encuentra bajo la bandera vecina, y entonces se dinamite el desarrollo.
El primer experimento de este tipo, directamente supervisado por Romer, se encuentra en la isla de Amapala, Honduras. En 2011, funcionarios de la oficina de la Presidencia de Honduras, pidieron a Romer que les ayudara a diseñar la primera ciudad chárter en el mundo. La parte legal fluyó rápido, el Congreso, igualito que el parlamento mexicano, aprobó lo que había que aprobar vía fast track, y Amapala es ahora la Zona de Especial de Desarrollo y Empleo (ZEDE).
Aunque Romer recomendó inmediatamente que se buscara que esta zona crezca con alguna de dos banderas, Singapur o Corea, dada la velocidad con que ocurren las cosas en ese país, no es claro el futuro de la isla. No es claro si efectivamente los hondureños permitirán que en la isla se erija una nueva bandera. Aun cuando fue promesa de campaña de Juan Orlando Hernández, las inversiones, y los empleos dependen de este cambio.
Es probablemente una forma de neocolonialismo, han acusado los críticos del modelo. También han acusado que ninguna colonia fue exitosa en el pasado, y es difícil que pueda serlo ahora. Una diferencia es que este cambio de soberanía a cambio de empleos y paz, sería una opción de los hondureños, y no una imposición de una potencia extranjera. Honduras es el país con más asesinatos en todo el mundo, y los cárteles parecen gobernar de facto.
Controversial, difícil de asimilar. En México hemos tenido estos polos de desarrollo bien cerca, justo en nuestra frontera Norte, y no hemos aprendido demasiado de ello. Si funciona, al Nóbel de Economía habría que agregar el de la Paz. Si no funciona, Romer será recordado por la Historia como un nuevo neocolonialista, una suerte de Goebbels contemporáneo.