Durante la segunda semana de diciembre la movilidad se incrementó en 23 por ciento, según datos de Google, incluso desde mayo del año pasado esta plataforma comenzó a registrar el aumento, con incremento de 20 por ciento en el país, sobre todo de quienes comenzaron a acudir a sus trabajos.
Aunque esto pareciera algo normal luego de salir de la tercera ola de Covid-19, volver a los centros laborales como antes de abril de 2020 no será lo mismo, ya que el trabajo híbrido, es decir, con algunos días en casa y otros en las oficinas, será lo habitual para 2022.
Incluso el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), dedicado a la análisis de problemas económicos, destacó que una encuesta realizada en Estados Unidos por PwC demostró que 68 por ciento de los empleadores quisiera ver a sus trabajadores tres días o más, la misma proporción de los empleados quisiera estar en su escritorio dos días o menos, mientras que 29 por ciento desearían teletrabajar de manera permanente.
Para Robert Pozen, profesor de la Escuela de Administración de empresas del Instituto Tecnológico de Massachussets, el modelo híbrido de trabajo aún continuará por muchos tiempo en el mundo, pues será parte de la nueva normalidad y aún habrá algunos riesgos de volver por completo a las oficinas.
Por lo que recomendó que los patrones deben tener en cuenta la función que desempeñan los trabajadores en las empresas, pues algunas actividades necesitan de mayor colaboración entre áreas y es necesario estar más tiempo en las oficinas, habrá otras con más necesidad de análisis y pueden estar más tiempo en casa.
“No debe existir una misma política de trabajo remoto para todos dentro de la misma organización. La razón es que las responsabilidades y necesidades de las diferentes áreas de un negocio son distintas. No se trata de que el jefe de turno sea el que establezca las reglas del juego, ni mucho menos cada individuo, lo mejor es que la decisión sea tomada por los equipos”, aseguró.
Considerar ubicación de los trabajadores
De acuerdo con el experto, obligar a todas las personas a acudir a una reunión rutinaria no siempre vale la pena, sobre todo si tiene que destinar demasiado tiempo al traslado. También se deben promover espacios físicos sin agenda con el objetivo de mejorar la relación de los empleados.
Además, ni los trabajadores ni los empleadores deben ignorar la nueva normalidad, por eso debe existir la mezcla adecuada de comodidad, responsabilidad y sentido común, entendiendo que habrá casos especiales que se ajustarán con la el paso del tiempo.
Otro elemento que debe ponerse en práctica que cuando haya reuniones presenciales también sean incluidos quienes trabajan a distancia, si es que es necesaria su participación, para que no sientan que son “de segunda”.
“Todo extremo es vicioso, obligar a la gente a ir a la oficina porque sí puede afectar la moral de un equipo que encontró durante la pandemia las bondades del trabajo a distancia. Sin embargo, permanecer para siempre en la virtualidad trae costos que van desde la dificultad de construir objetivos comunes, hasta el fortalecimiento de la sensación de permanencia. Esa que se construye durante la pausa del café o la conversación informal en el corredor”, concluyó Robert Pozen.