Nacional

¿Cómo fue la vida de foráneo de AMLO cuando era estudiante en la Facultad de la UNAM?

El mandatario nacional contó que vivió en una vecindad junto a otro alumnos foráneos y muchas veces no tenían para comer

El presidente Andrés Manuel López Obrador contó cómo fue su vida de estudiante foráneo cuando iba a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuando su familia pasaba por momentos complicados y había días que no tenía para comer.

“Era muy difícil la vida de estudiante, viví becado, viví en la Casa del Estudiante primero y luego en vecindades, vivíamos en un cuartito en Copilco El Alto, en una vecindad cuatro compañeros, en litera, dos camas, a mí me tocaba arriba y el techo era lámina de zinc, con el frío y el agua, goteaba, había problemas para la comida”, comentó, durante su conferencia de prensa de este viernes 13 de septiembre.

“La universidad era gratuita, sigue siendo, luego la biblioteca ayuda mucho, tanto la de la Facultad, claro que estudié donde estaba antes la Facultad de Ciencias Políticas en las Islas, y la biblioteca central, eso es de gran ayuda. Qué buenos recuerdos, no se me va a nunca olvidar eso, todos esos maestros, muy buenos en esos tiempos”, añadió.

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Precariedades

El mandatario explicó que vivía en una vecindad, en una casa junto a otros tres jóvenes, con baño compartido, cerca de donde había una señora que vendía comida corrida, quien muchas veces lefio la comida y otras tantas hasta le regaló la comida del día sin pagar, debido a que no contaba con los recursos para vivir bien.

“Teníamos una señora que nunca la voy a olvidar, se dedicaba a vender comida en el patio de su casa, nos daba comida sin que le tuviésemos qué pagar, íbamos pagando poco a poco, pero estaba tan mal la cosa que yo ya no podía ir, porque no le pagaba”, recordó.


“No se me va a olvidar, la comida era por lo general una sopa de pasta, bastante arroz, tortilla, un guisado y una jarra de Kool-Aid, entonces iban mis compañeros, no sólo éramos cuatro en la vecindad, vivían más compañeros estudiantes de otros estados, desde luego baño colectivo, boiler que vendían el aserrín, pero a veces ni para eso, era papel, parrilla eléctrica de barro con alambre y comprando a veces en la carnicería unos huesos que le echábamos agua, había caldo y seguía el hueso ahí, con más agua”, añadió.

“Cuando no iba yo, porque me daba pena, le decía a mis compañeros, Doña Gloria, una santa, decía ‘díganle al flaco que venga a tragar’ porque estaba muy flaco y ahí iba yo, era la vida de estudiante en ese entonces”, rememoró el presidente.

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