MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
La primera evidencia in situ de restos de clorofila en un microfósil de algas multicelulares de mil millones de años ha sido descubierta conservada en esquistos de la cuenca del Congo.
Este descubrimiento, que es objeto de un artículo publicado en la revista Nature Communications, ha permitido identificar sin ambigüedades uno de los primeros organismos eucariotas fototróficos del registro fósil. Esta investigación abre nuevas perspectivas en el estudio de la diversificación de eucariotas dentro de los primeros ecosistemas, según sus autores.
La aparición de la fotosíntesis es un paso fundamental en la evolución de los eucariotas y por tanto de la vida, ya que ha modificado profundamente los ecosistemas terrestres. Aunque los relojes moleculares (una técnica utilizada por los biólogos para fechar la distancia temporal entre dos especies a partir de su ancestro común) predicen esta aparición durante el Proterozoico (tercer eón precámbrico desde hace 2.500 millones a 541 millones de años), los científicos han encontrado muy pocos datos inequívocos de microfósiles de eucariotas fotosintéticos.
La detección de subproductos metabólicos in situ en microfósiles individuales es la clave para la identificación directa de sus metabolismos, pero hasta ahora ha sido difícil de alcanzar.
Un nuevo estudio científico sobre fósiles de la cuenca del Congo liderado por Marie Catherine Sforna, investigadora postdoctoral en el Laboratorio de Evolución y Rastros de Vida Temprana, acaba de proporcionar una nueva metodología que utiliza fluorescencia y absorción de rayos X sincrotrón para identificar el metabolismo fototrófico (relacionado con los organismos vivos que obtienen su energía de la luz) de los primeros eucariotas en el registro fósil, conservados como compresiones carbonosas en esquistos de la cuenca del Congo en la República Democrática del Congo.
En concreto, han identificado geoporfirinas de níquel conservadas in situ en las células de un eucariota multicelular que tiene alrededor de mil millones de años: Arctacellia tetragonala.
«Identificamos estos fragmentos como derivados de la clorofila, lo que indica que Arctacellia tetragonala era un eucariota fototrófico, una de las primeras algas inequívocas», explica Marie-Catherine Sforna. Esta nueva metodología, aplicable a rocas supermaduras de miles de millones de años, proporciona un nuevo enfoque para comprender la evolución de la fototrofia eucariótica durante el Precámbrico y la diversificación de los productores primarios en los primeros ecosistemas.