La violencia de los cárteles del narcotráfico contra la que dio su vida el líder de autodefensas Hipólito Mora volvió a recrudecerse el domingo, un día después de que fuera enterrado, al producirse tiroteos y bloqueos de caminos en la ciudad de Apatzingán, Michoacán.
Camiones y autobuses colocados por miembros de los cárteles bloqueaban el paso en las carreteras hacia y desde Apatzingán el domingo por la mañana, y los propietarios de los vehículos permanecían de pie cerca de allí, impotentes.
En Apatzingán, un eje para el comercio de los productos agrícolas de la zona, hombres armados despojaron a una familia de su vehículo, se lo llevaron y lo utilizaron para matar a tiros a otro conductor a pocas cuadras de distancia.
La ejecución fue tan rápida que el coche siguió avanzando unos metros, la parte delantera se subió a la barandilla y se detuvo, totalmente inclinado sobre un costado.
Un amigo del hombre dijo que él trabajaba en un concesionario de vehículos y que había salido a comprar una pizza para una reunión familiar momentos antes de morir. El amigo culpó al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) por el asesinato, a pesar de que Apatzingán está dominado desde hace tiempo por el cártel rival de Los Viagras.
La teoría no es tan descabellada. El Cártel Jalisco Nueva Generación, del vecino estado del mismo nombre, lleva años librando una ofensiva para entrar a Michoacán. Los bloqueos de carreteras del domingo podrían deberse a que el cártel de Los Viagras temía un ataque de este tipo.
Las líneas del frente en las batallas se encuentran ahora a lo largo del río Grande, el cual en realidad es un río pequeño que pasa a unos 23 kilómetros al sur de Apatzingán.
Los habitantes de Las Bateas, un pueblo ribereño, tuvieron que huir de sus casas hace aproximadamente un mes después de que estallaran encarnizados tiroteos entre el CJNG y Los Viagras en los campos situados frente a las viviendas. Los miembros del CJNG han cruzado el río para apoderarse del territorio situado más al norte, en las afueras de Apatzingán.
Los residentes narraron que se guarecieron detrás de las paredes de ladrillo de sus casas mientras las balas pasaban zumbando a lo largo de la noche.
El gobierno mexicano envió refuerzos del ejército y de la Guardia Nacional, parte de una política tácita de años para evitar el avance del CJNG y tolerar a Los Viagras.
Los residentes señalaron que ahora se sienten un poco más seguros y en gran medida han regresado a sus hogares, al menos por ahora.
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La vida tras la muerte de Hipólito Mora
Pero el statu quo es claramente insostenible. Debido a la extorsión sistemática del cártel de Los Viagras, muchos artículos comunes en Apatzingán son mucho más caros que en el resto de México. Esas diferencias de precios —y la extorsión directa que extrae pagos de protección directamente de agricultores, ganaderos y empresarios— está estrangulando lentamente las ricas tierras de cultivo.
Hipólito Mora, uno de los últimos líderes del movimiento de autodefensas de México, luchó contra todo eso y le costó la vida. Fue enterrado el sábado junto a dos de sus fieles seguidores, asesinados con él el jueves. Con su muerte prácticamente desapareció cualquier esperanza de reactivar una resistencia civil armada contra los cárteles de droga.
Mientras algunos familiares enfurecidos hablaban de reanimar el movimiento campesino armado de 2013-2014 que expulsó a un cártel —sólo para verlo ser sustituido por otros—, muchos dudaban de que ese capítulo pueda repetirse algún día.
“Él pensó en su pueblo, en su gente, y eso ninguno de nosotros lo va a hacer”, manifestó su hermana, Olivia Mora, en un discurso pronunciado entre lágrimas frente a su ataúd. “Ninguno de nosotros vamos a hacer lo que él hizo con esa valentía”, declaró.