Migrantes abruman ciudad fronteriza de Texas; otros esperan en México citas para entrar a EEUU

EAGLE PASS, Texas, EE.UU. (AP) — Después de más de tres semanas de aguardar para cruzar a Texas, Lila estaba el viernes en un refugio en la frontera norte de México sintiéndose atrapada: los cárteles hacen que sea demasiado peligroso regresarse, y el gobierno de Estados Unidos no le ofrece ninguna garantía si decide seguir adelante.

“Sus papeles no le piden, sino el dinero”, dijo Lila, una mujer hondureña de 39 años, hablando de los agentes que la bajaron de los autobuses mientras viajaba hacia el norte. Por miedo a sufrir represalias de los cárteles, pidió que se usara sólo su nombre de pila.

Su falta de opciones viables refleja la frustración generalizada —tanto entre los migrantes como entre los funcionarios de las ciudades estadounidenses— desatada por la llegada de grandes grupos de migrantes esta semana que han abrumado a los agentes de la Patrulla Fronteriza. Más de 8.000 migrantes arribaron esta semana a la ciudad fronteriza de Eagle Pass, Texas, colindante con Piedras Negras, en donde Lila y su pareja cubana esperaban una cita para solicitar asilo en Estados Unidos.

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Muchos otros no esperaron y cruzaron a través del río Bravo, que Estados Unidos denomina Rio Grande, incluido un niño de 3 años que, según las autoridades, murió ahogado. Un puente internacional permanecía cerrado el viernes, mientras los agentes son reasignados para hacer frente a la fuerte presencia de migrantes en Eagle Pass. Durante dos años, esta ciudad ha sido el epicentro de la misión fronteriza del gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, conocida como Operación Estrella solitaria, la cual incluyó una barrera flotante en el río Bravo.

Habitantes de Eagle Pass y de Piedras Negras han dicho que, a pesar de que sus comunidades han formado parte de la ruta migratoria desde hace años, el tamaño de los grupos de migrantes que arriban ahora es insólito. Los que llegaron esta semana dijeron que se fueron juntando de manera espontánea a lo largo del camino.

“Reynosa está bien cabrón. Ahorita Juárez está bien peligroso”, dijo Eric Flores, un hondureño de 39 años.

Hubo 142.037 detenciones de migrantes en la frontera durante los primeros 17 días de septiembre, un 15% más que las 123.777 del mismo periodo del mes pasado, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos que fueron difundidas el jueves por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Esas cifras incluyen hasta 1.450 personas admitidas diariamente con una aplicación móvil para citas de asilo, llamada CBP One, pero la gran mayoría son entradas ilegales.


Flores dijo que llegó en un tren desde la Ciudad de México con un grupo de aproximadamente 3.000 personas. El grupo, comentó, se fue dispersando y él fue a parar a un albergue católico para migrantes en Piedras Negras, donde había escuchado que podría encontrar un espacio seguro. Era uno de los poco menos de 200 migrantes que deambulaban el viernes por los predios de la Casa de Migrante Frontera Digna.

Algunos migrantes que llegan a la frontera se detienen sólo para una comida rápida antes de cruzar el río Bravo. Otros, como Flores, aguardan para conseguir una cita.

“Esperamos que Dios nos dé una señal y nos apruebe la cita para poder ingresar legalmente”, dijo. "Porque lo que queremos es un sueño americano para trabajar y sacar nuestras familias adelante, no para ir a hacerle daño al país.”

Tras el lanzamiento de CBP One este año, el Departamento de Seguridad Nacional promocionó la aplicación como una herramienta clave para crear un sistema más eficiente y ordenado en la frontera.

La secretaria de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, dijo en una conferencia de prensa en Nueva York que los albergues para migrantes en Ciudad Juárez, limítrofe con El Paso, Texas, se encuentran al 95% de su capacidad. Bárcena señaló que el gobierno mexicano está muy preocupado por el cierre de fronteras y por el aumento de migrantes, y que se debería hacer más para limitar la migración a través de la selva del Darién.

La respuesta en Eagle Pass, donde el alcalde declaró un estado de emergencia, pone de manifiesto cómo los agentes de la Patrulla Fronteriza se han visto abrumados en los últimos días por los solicitantes de asilo en algunas partes de la frontera sur de Estados Unidos. En San Diego y El Paso, las autoridades también cerraron esta semana pasos fronterizos para que los agentes pudieran ayudar con la afluencia.


Los cierres de esta semana incluyeron el de un cruce internacional de ferrocarril en Eagle Pass. La empresa Union Pacific Railroad Co. dijo que la vía se reabriría a medianoche del sábado, mientras cerca de 2.400 vagones de ferrocarril seguían sin poder circular a ambos lados de la frontera.

Tras el descenso de los cruces ilegales que se dio tras las nuevas restricciones al asilo en mayo, el gobierno del presidente Joe Biden está nuevamente en aprietos. Los alcaldes y gobernadores demócratas buscan apoyo económico para acoger a solicitantes de asilo. Los republicanos están aprovechando el tema de cara a las elecciones de 2024.

En agosto, la Patrulla Fronteriza realizó 181.509 detenciones en la frontera con México, un 37% más que en julio, pero con pocos cambios respecto a agosto de 2022 y muy por debajo del máximo de más de 220.000 en diciembre, según cifras publicadas el viernes. El aumento se debió a la llegada de familias con niños: hubo 93.999 arrestos, muy por encima de los 60.454 de julio y los 31.487 de junio.

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"Nuestro ritmo operativo a lo largo de la frontera ha aumentado en respuesta al mayor número de encuentros, y seguimos centrados en nuestra misión más amplia de seguridad y en hacer cumplir las leyes de inmigración de Estados Unidos”, dijo Troy Miller, comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

Alicia, una hondureña de 36 años, y su familia tuvieron la suerte de conseguir el domingo un cupo para presentarse en el puerto de entrada de Eagle Pass. No quiso dar su apellido por temor a sufrir represalias de parte del gobierno mexicano.

Esta semana, Alicia partió de Monterrey con su esposo, su hija adolescente, su hijo y su nieta con rumbo a Piedras Negras. A pesar de contar con la cita de CBP One, que supuestamente les permite viajar a lo largo de México, ella y su familia se encontraron inmediatamente con funcionarios corruptos.

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En el primer retén les pidieron alrededor de 1.000 pesos —unos 58 dólares estadounidenses— para cruzar. En el segundo, Alicia dijo que su familia y otros migrantes fueron apartados por un soldado, que les dijo que solamente a los que “colaboraban” se les permitiría seguir adelante. Se produjo una especie de subasta, en la que el soldado preguntó al grupo quién quería hacer una primera oferta.

Cuando el soldado vio su fajo de billetes, comentó Alicia, agarró los pesos que se suponía iban a alimentar a su familia durante el viaje.

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El periodista de The Associated Press Elliot Spagat en San Diego contribuyó a este despacho.

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