Recientemente, surgió la posibilidad de cambiar el nombre del Golfo de México, proponiendo renombrarlo como “Golfo de América”. Este comentario, que rápidamente atrajo la atención mediática, fue respaldado por la idea de que este cambio de nombre podría ser impulsado por una ley.
La propuesta provocó una respuesta inmediata de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien, armada con un mapa histórico de 1607 que muestra una división territorial compartida entre México y Estados Unidos, sugirió que, en lugar de cambiar el nombre a “Golfo de América”, podría ser una opción más atractiva llamar a la región “América mexicana”.
Ante este panorama, surge la pregunta: ¿realmente Donald Trump o cualquier figura política estadounidense podría cambiar el nombre del Golfo de México? Y si es así, ¿cómo se llevaría a cabo este proceso?
Para comprender mejor este asunto, es importante entender a quién le pertenece el golfo y cómo se establecen los nombres geográficos de los cuerpos de agua. El Golfo de México es una vasta área marina que se extiende al este de México, al sureste de los Estados Unidos y al oeste de Cuba.
Con una extensión de más de 1.6 millones de kilómetros cuadrados, este golfo ha sido de vital importancia histórica y económica para las naciones que lo rodean. Es una región clave en términos de comercio, biodiversidad y producción de petróleo, especialmente para México y Estados Unidos, donde ambos países extraen grandes cantidades de petróleo y gas natural.
El nombre “Golfo de México” ha sido utilizado durante siglos y tiene su origen en los mapas europeos del siglo XVI. Por allá de los 1500 se utilizó el término “Bahía de México”, no en referencia al Estado moderno de México, sino a la palabra náhuatl que se utilizaba para describir la ciudad de Tenochtitlán, la actual Ciudad de México.
A lo largo del tiempo, el nombre evolucionó y se consolidó como se conoce actualmente, y aunque en algunos mapas de la época se utilizó el término “Golfo de la Nueva España”, el nombre de “Golfo de México” prevaleció.
¿Es posible cambiar el nombre al Golfo de México?
No obstante, cambiar el nombre de este cuerpo de agua no es tan sencillo como simplemente emitir una ley en Estados Unidos. Existen una serie de acuerdos y organismos internacionales que regulan los límites marítimos y la nomenclatura geográfica entre los países involucrados.
La delimitación de las fronteras marítimas en esta región ha sido definida a través de acuerdos entre Estados Unidos, México y Cuba, y está regida por organismos como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y la Organización Hidrográfica Internacional.
Estos acuerdos establecen las normas para los nombres geográficos y las fronteras marítimas, y cambiar el nombre del Golfo de México requeriría la participación y el consentimiento de México y Cuba, países con los que Estados Unidos comparte esta masa de agua.
Para que un cambio de nombre en el Golfo de México tuviera validez internacional, se necesitaría la aprobación de todos los países involucrados, y cualquier modificación tendría que ser reflejada en los mapas oficiales y en las cartas náuticas. De no existir consenso entre las naciones involucradas, incluso si Estados Unidos decidiera unilateralmente cambiar el nombre en su territorio, los otros países no estarían obligados a reconocer dicho cambio.
La alternativa estadounidense
Aunque un cambio de nombre a nivel internacional sería complicado, Estados Unidos tiene mecanismos internos que podrían permitir modificar nombres geográficos a nivel federal. La Junta de Nombres Geográficos de Estados Unidos es la entidad encargada de aprobar o rechazar los nombres propuestos para lugares dentro del país, aunque no crea nuevos nombres de forma autónoma.
En el pasado, por ejemplo, el presidente Barack Obama logró que se cambiara el nombre de la montaña más alta de América del Norte a “Denali”, un nombre utilizado por los nativos de Alaska, un cambio que fue adoptado oficialmente en los mapas y documentos federales.
Dicho esto, si Trump decidiera impulsar un cambio de nombre para el Golfo de México, podría seguir un proceso similar al de otros casos internos, pero dicho cambio se limitaría a los documentos y mapas del gobierno de Estados Unidos, sin que los otros países involucrados en la región lo reconozcan necesariamente.