Por años, Yessica creyó que su hijo Alex era invencible. Un niño travieso, risueño y lleno de energía que nunca se enfermaba. Hasta que un día, a los 4 años, la noticia golpeó como un rayo: cáncer infantil.
“Sentí frustración, desesperación y miedo. Mucho miedo”, recuerda con los ojos enrojecidos.
Lo que siguió fueron días interminables en el Hospital Universitario, estudios, terapias, internamientos, quimioterapias... y facturas que no paraban de crecer.
En solo tres meses, la familia había gastado más de 95 mil pesos, todo por mantener viva la esperanza.
Fue en ese momento de desesperación cuando Yessica escuchó sobre el programa Cobertura Universal de Cáncer Infantil, liderado por la Secretaría de Salud de Nuevo León, bajo la dirección de Alma Rosa Marroquín Escamilla e impulsado por el Gobernador Samuel García Sepúlveda.
La atención es gratuita, integral y oportuna a niñas, niños y adolescentes con cáncer, sin importar su situación económica, abarcando desde el diagnóstico temprano hasta el seguimiento médico constante.
Gracias a esta iniciativa, el tratamiento integral de Alex pasó a ser completamente gratuito, siendo atendido en el Hospital Regional Materno Infantil de Alta Especialidad.
“Cuando escuché que todo era gratis, al principio no lo creía. Pensé: ‘claro que no, debe ser un gancho; me van a decir que sí, y después me van a cobrar’. Pero hasta la fecha, él no ha pagado nada, y nosotros tampoco hemos pagado ni un peso”.
Un programa con impacto real
Desde enero de 2022 hasta el 31 de marzo 2025, el programa ha transformado la vida de 527 niñas, niños y adolescentes como Alex, brindando cerca de 65 mil atenciones, 6 mil 6 mil 833 quimioterapias, 667 radioterapias y 47 trasplantes de médula ósea.
Además de 307 casos nuevos, 220 subsecuentes, 6 mil 505 orientaciones y casi 6 mil estudios de laboratorio. Todo esto sin importar la situación económica de las familias.
Una historia que pudo ser otra
Antes de entrar al programa, Yessica había considerado opciones privadas e incluso otros sistemas de salud pública, donde, según cuenta, la atención no fue adecuada o simplemente inexistente.
“Si no hubiera existido el programa, la historia sería otra. A veces pienso que no lo hubiéramos logrado”.
Tocar la campana
Después de tres años de tratamientos, Alex tocó la campana que simboliza haber vencido el cáncer.
Hoy, con 8 años, volvió a ser el niño curioso, platicador y travieso que corre y juega como si nada hubiera pasado.
Incluso, practica tae kwon do y es fiel aficionado de los Tigres.
Yessica suspira de emoción, al agradecer que su hijo se recuperó y podrán celebrar más cumpleaños juntos.
“Todo el tiempo he pensado que él es un milagro, él es un milagro muy bien hecho”.
Gracias, desde el corazón
Cuando se le pregunta qué le diría a quienes hicieron posible este programa, Yessica no duda:
“Gracias. Esa persona ya tiene ganado el cielo y más allá. Creo que no midieron la magnitud de lo que han hecho con las familias que hemos pasado por eso”.
Y para otras madres y padres que estén atravesando lo que ella vivió, su mensaje es claro:
“El programa es real, existe, y puede cambiar el destino de sus hijos. Es una garantía de vida”.