Nuevo León

El mundo necesita un Papa a la altura de Juan Pablo II, Benedicto y Francisco: arzobispo de Monterrey

Durante la misa realizada en la Catedral Metropolitana Cabrera López hizo un llamado a la unidad, la gratitud y el perdón

Mientras en El Vaticano se alista el cónclave para la elección de un nuevo Papa que sucederá a Francisco, el arzobispo de Monterrey, monseñor Rogelio Cabrera López, hace votos para que el nuevo dirigente de la Iglesia católica, esté a la altura de sus antecesores.

Entrevistado tras la Misa Exequial en la que se pidió por el eterno descanso de Su Santidad, quien falleció el lunes pasado, Cabrera López destacó que se requiere un nuevo pontífice “como lo hemos tenido desde el siglo pasado”.

“Un pontífice a la altura y estatura de cada uno de ellos… ustedes tendrán memoria, aunque son muy jóvenes… del Papa Juan Pablo II, del Papa Benedicto y del Papa Francisco”, expresó el arzobispo. “Esperamos que Dios escoja entre tantos cardenales, muy buenos todos ellos, que sea el sucesor del Papa Francisco”.

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Llama a la unidad

Durante la misa realizada en la Catedral Metropolitana Cabrera López hizo un llamado a la unidad, la gratitud y el perdón.

La eucaristía fue en honor al Papa Francisco, en el marco del Domingo de la Misericordia.

La ceremonia, presidida por el arzobispo de Monterrey, reunió a autoridades civiles, líderes religiosos, fieles de distintas parroquias y representantes de comunidades vulnerables.


El acto litúrgico fue descrito como una oportunidad para “unirnos a toda la Iglesia en el agradecimiento al Papa Francisco”, expresó el arzobispo al iniciar su mensaje.

Agradeció la presencia de funcionarios estatales y municipales, sacerdotes, obispos auxiliares, religiosas y monaguillos, destacando la unidad del pueblo de Dios en torno a una figura que “nos acompañó durante una historia tan complicada de nuestro mundo”.

Cabrera López pronunció un reconocimiento hacia el pontífice recién fallecido.

“Hemos querido, en este Domingo de la Misericordia, agradecerle al Papa Francisco. Decirle: ´Gracias por estos 12 años que, junto con nosotros, transitó esta historia tan complicada de nuestro mundo´. Estamos muy agradecidos con él”.

Sin embargo, también dedicó un espacio al arrepentimiento colectivo, al lamentar las actitudes de quienes, dentro o fuera de la Iglesia, han sido críticos o irrespetuosos con el Papa.

“También quiero pedir perdón al Papa Francisco, porque muchas personas, por razones que nunca entenderé, lo insultaron, le faltaron al respeto. De una cosa estoy siempre muy contento: que nuestra Iglesia de Monterrey, ustedes, los fieles, los consagrados; nosotros, los sacerdotes y los obispos, siempre vivimos en plena comunión con el Papa Francisco.


“Hoy, pues, le decimos al papa: ´Muchas gracias´. Pero también le pedimos perdón. En este mundo tan polarizado y plural, es difícil servir, es difícil guiar a la Iglesia”, añadió.

Cuatro signos de misericordia

En su reflexión central, el arzobispo destacó la misericordia, virtud que identificó como el núcleo del pontificado de Francisco.

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Explicó que, a la luz del Evangelio, hay cuatro elementos esenciales en ella: compasión, compañía, perdón y paz.

“Todo lo que dijo, todo lo que expresó con sus actitudes y su vida, siempre tuvo una raíz totalmente evangélica. En él se demuestra que, cuando eres plenamente humano, también eres divino… el que ama al ser humano, ama a Dios”, afirmó.

Sobre la compasión, destacó cómo el Papa Francisco mostró sensibilidad por los sufrimientos de los demás, al igual que los primeros apóstoles.

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“Bastaba su sombra para que los enfermos quedaran curados… hay sombra cuando hay cercanía, hay sombra cuando hay afecto”.

En cuanto a la compañía, recordó la insistencia del Papa en ser peregrinos de esperanza y compañeros en la tribulación.

“Ser compañero en la fiesta es muy fácil, pero ser compañero en la tribulación significa ponerte en el mismo lugar de la persona que sufre. Y el Papa Francisco comprendió la tribulación de los más pobres, la tribulación de los migrantes, de los que están en las cárceles”.

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La paz y el perdón fueron otras de las virtudes que el arzobispo asoció directamente con el Papa Francisco.

Destacó su llamado constante a rezar por los países en guerra y por los hogares que sufren divisiones.

“Si algo tomó a pecho el Papa Francisco fue su preocupación por la paz: en los hogares, en los pueblos y entre las naciones… el que ama a Dios, el que ama al ser humano, también siempre perdona y da la paz”, indicó.

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