Durante la presente administración, las fuerzas armadas -Ejército, Marina y Fuerza Aérea- han estado realizando labores de toda índole a lo largo y ancho del país, las cuales son inusuales para la mayoría de las naciones, para casi la totalidad de las democracias. Estas tareas abarcan la construcción de aeropuertos y de ferrocarriles, la administración de aduanas, la distribución de medicinas, la aplicación de vacunas y la estrategia de los abrazos no balazos.
La Guardia Nacional, básicamente, se constituyó con elementos de las fuerzas armadas y con muy pocos elementos de la extinta policía federal.
La Guardia Nacional fue constituida por el titular del Ejecutivo y su propósito original, o al menos así los expresada el mismo tabasqueño, era salvaguardar la seguridad de todos los mexicanos, combatir frontalmente al crimen organizado y entrenar, conformar una policía confiable, auxiliar y/o sustituir a las policías municipales y estatales en los estados de la República, en las que de alguna manera están contaminadas por la corrupción y cooptadas por el crimen organizado.
A casi 4 años de haber sido constituida, los propósitos no se han cumplido, las policías estatales y municipales están peor que al inicio y la Guardia Nacional cada vez está más militarizada.
La discusión en estos días en ambas cámaras del Congreso de la Unión es la iniciativa del presidente (no le cambien ni una coma) para que la Guardia Nacional pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena); la oposición sostiene que en el fondo se trata de la MILITARIZACION de la Guardia Nacional.
El presidente recula al decir “cambié de opinión” debido a que en el pasado consideraba que los militares deberían regresar a los cuarteles; hoy considera que la Guardia Nacional debe formar parte de la Sedena.
La reforma legislativa que le permite esto ya quedó aprobada en la Cámara de Diputados, donde ciertos actores políticos traicionaron a la alianza opositora Va por México y votaron a favor de transferir la Guardia Nacional, que fue creada con mando civil, al Ejército.
En el Senado de la República el rechazo a la reforma expresado por el bloque de contención obligó a Morena y sus aliados a posponer la votación. Quieren “comprar, cooptar, chantajear, quitar candidaturas”, denunciaron senadores de oposición.
Apartar este cuerpo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana para que forme parte de la Sedena provoca discusiones y críticas de organismos de la sociedad civil y partidos políticos que ven en el fondo de la reforma una clara y progresiva militarización del país.
“Militarizar la seguridad pública generará más violaciones de derechos humanos”, advirtió Amnistía Internacional el viernes pasado. Porque los militares no tienen un enfoque de seguridad ciudadana. De hecho, ha habido antecedentes terribles de torturas, desapariciones o ejecuciones extrajudiciales.
La reforma constitucional que dio lugar a su creación también establecía, en sus orígenes, que los militares se retirarían de las calles en 2024, plazo que ahora el presidente quiere ampliar y apoyar una propuesta del esquirol PRI, que apuesta por extenderlo hasta 2028. Con esto, lo que el presidente pretende es que la Guardia Nacional tenga la tutela, el ejemplo y la formación de la SEDENA.
Sin embargo, es a todas luces una militarización de México. “No es solo entregar la seguridad pública al ejército, es también aumentar el poder que ya tiene, lo que es peligroso y preocupante”, alertó la directora de Litigio Estratégico de la asociación civil México Unido Contra la Delincuencia (MUCD).
Aparte, al parecer las intenciones son usar la Guardia Nacional como moneda de cambio, o como garrote, con los gobernadores de los estados, preferiblemente de oposición, en tanto que los de Morena están totalmente plegados a los caprichos del presidente.
