Este 2 de octubre, la ciudadanía brasileña acudió a las urnas para elegir al siguiente presidente, al vicepresidente, la integración de la Cámara de Diputados (513 espacios) y un tercio del Senado (81 escaños), además de gobernadores y vicegobernadores de los 27 estados, asambleas legislativas locales y la Cámara Legislativa del Distrito Federal.
Para la elección presidencial, se celebró la primera vuelta. A lo largo de la campaña, los favoritos fueron el candidato por la izquierda y exmandatario (2003-2010) Luiz Inácio Lula da Silva, y el actual gobernante Jair Bolsonaro. En tercer lugar, las encuestas colocaban a Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), mientras que las y los demás aspirantes no superaban el 10 % de la intención del voto.
Favorable a la tendencia histórica y en un país con baja abstención, la participación fue de alrededor del 79 %. De una población total de 217 millones de personas, 156 millones fueron llamados a las urnas.
En una votación inédita en primera vuelta para los dos primeros partidos y con casi el 100 % de los votos computados, Lula da Silva logró el 48.4 % (57.2 millones) de los apoyos, frente al 43.2 % (51 millones) del titular del Ejecutivo. Debido a que ninguno de los dos alcanzó el 50 % necesario para ser electo presidente en esa ronda, el 30 de octubre se celebrará el segundo encuentro electoral.
Análisis diversos destacan el fallo de las encuestas, debido a que, durante meses, el presidente Bolsonaro mantuvo una amplia y constante desventaja frente a Lula. En específico, los sondeos reflejaron una brecha de entre 10 y 15 puntos entre ambos, pero el desenlace arrojó tan sólo una diferencia de cinco. Incluso hubo pronósticos de que Lula podría llevarse el triunfo en la primera ronda.
El mapa político confirma el efecto de la polarización, elemento presente desde las campañas electorales. Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) vencieron en 14 estados, y Bolsonaro y el Partido Liberal (PL), en 12, más Brasilia. El PT, reponiéndose de la caída en 2018, consiguió el porcentaje de esta primera ronda con victorias del más del 50 % en los estados del nordeste y el norte del país.
Ambas regiones son las más empobrecidas, tienen una fuerte presencia indígena y su tradición es votar por ese partido. Para el PL, los triunfos llegaron del sur y el sudeste, los estados más ricos y caracterizados por su conservadurismo.
En este mapeo, algunos elementos cruciales para tener presentes rumbo al 30 de octubre son los siguientes: en 2018, el Amazonas dio su voto a Bolsonaro; este año optó por el PT; Pará y Trocantins, que en la última elección se inclinaron por el PL, ahora viraron al PT; Minas Gerais igualmente escogió a Lula, siendo clave, pues ningún candidato a la Presidencia ha conseguido el cargo sin antes ganar ese estado; el aspirante de la izquierda recuperó más de 30 puntos en Ceará y 26 en Río de Janeiro.
Por su parte, el mayor éxito de Bolsonaro estuvo en Santa Catarina, así como en São Paulo, la entidad más rica, y en Brasilia; Manaos, la ciudad representativa más golpeada por la pandemia de COVID-19, pero con gran presencia evangélica, prefirió de igual manera al PL. En el nordeste, el PT no logró conquistar Roraima y Arce, y Río Grande del Sur termina dividido.
Respecto a las elecciones presidenciales de 2014, cuando el PT ganó con Dilma Rousseff, el partido mejoró sus resultados en 18 de los 27 estados, frente a un mínimo crecimiento del PL, que además retrocedió en São Paulo y Río de Janeiro, dos de las regiones más pobladas.
Por otro lado, en su última elección (2006), Lula logró el 48.6 % en primera vuelta, su mejor resultado hasta entonces, y en segunda ganó con más del 60 %. Mientras tanto, en esta ocasión el PL retrocedió tres puntos desde el 46 % de la primera vuelta en 2018.
Entre las sorpresas de la campaña, Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), llegó con más del 4 % de la votación. Enseguida se situó Gomes, un poco encima del 3 %.
A nivel legislativo, el MDB, que mantenía su hegemonía en la Cámara desde 1986, cedió su paso al bolsonarismo. En consecuencia, el próximo presidente tendrá que gobernar con un Congreso de mayoría conservadora.
El PL obtuvo 96 diputaciones, y para el PT será imposible construir una mayoría, ya que las demás formaciones se mantienen entre el centro y la extrema derecha. En el Senado ocurre lo mismo, pues el PL consiguió 14 asientos, 8 más de los que tenía hasta ahora. En las gubernaturas igualmente hay mayoría conservadora.
Desde el Senado en México hemos dado seguimiento a este importante ejercicio electoral en la democracia más grande de la región latinoamericana. Sin duda, Lula da Silva se reintegra a la política brasileña con mucha fuerza; su resurgimiento es un éxito.
Rumbo a la segunda ronda observaremos con puntual atención la contienda que enfrenta a dos visiones opuestas. Para especialistas, la predicción es difícil. La incógnita está en mantener a la ultraderecha o retornar a la izquierda. Mientras tanto, Lula ya recibió algunos apoyos, como el de la excandidata Tebet, así como amplias felicitaciones, entre ellas, la del presidente Andrés Manuel López Obrador.