Opinión

El dinero: ¿Bueno o malo?

Casi todos tenemos una relación de amor-odio con el dinero, es decir, disfuncional.

Casi todos tenemos una relación de amor-odio con el dinero, es decir, disfuncional. Si nos hace falta, lo detestamos; pero cuando nos llega sin preocupaciones, lo adoramos. El dinero, como otras cosas en la vida, es un objeto y concepto con el cual aprendemos a relacionarnos.

Por esto, la funcionalidad o disfuncionalidad de nuestra relación con el dinero dependerá de cómo aprendimos a relacionarnos con este desde niños, y qué tipo de ideas y creencias generamos hacia el dinero.

Por lo tanto, qué tan difícil o fácil es manejarlo es un condicionamiento basado en nuestras creencias. No depende del dinero por sí mismo el efecto que tendrá en nosotros, sino lo que creemos sobre este.

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Si, por ejemplo, llega mucho dinero a sus manos, y existen en usted pensamientos arraigados y hábitos negativos en torno a este, probablemente lo despilfarre, no le saque provecho, no lo sepa multiplicar, o lo utilice en cosas que atenten contra su integridad en cualquier sentido. Pero no es el dinero lo que eligió qué haría usted con él en sus manos, ¿verdad?

Si, por el contrario, lo sabe administrar, preservar, le trata con cuidado y precaución, y lo sabe multiplicar, son experiencias que se llevaron a cabo porque ya existían en usted creencias, pensamientos y actitudes positivas hacia el dinero.

Por lo tanto, el dinero per se, tiene una energía neutral y se comportará de acuerdo a las programaciones que tengamos como sus usuarios. Todo a lo que se resiste, persiste, es decir que, si tenemos una actitud de resistencia basada en el miedo, el enojo, el resentimiento, la codependencia emocional, los prejuicios que mantengamos hacia el dinero (incluidas las comparaciones con cosas fuera de lugar, como por ejemplo: la salud por encima del dinero, o afortunado en el dinero desafortunado en el amor), el efecto negativo de nuestra relación con este permanecerá generando ciclos tóxicos, lo que se traducirá en deudas, malas finanzas, quiebras, bajos rendimientos, etc.

Así que, en lo que realmente debemos enfocarnos para tener la cantidad de dinero que necesitamos para cubrir nuestras necesidades, pero también, ¿por qué no?, para ser opulentes, y que no nos falte lo requerido para seguirnos expandiendo, creciendo, y poder vivir las experiencias que deseamos y que formen parte de nuestro enriquecimiento en todo sentido, es en la calidad del vínculo que mantenemos con el concepto dinero.


Como con cualquier otra relación, ¿qué pasa si usted únicamente profiere malos pensamientos, malas conductas, malas palabras, con una gran carga de emociones negativas? Así, no hay relación que se mantenga sana. Primero que nada, tenemos que desposeerle al dinero de cualquier carga negativa, revisando si la heredamos de la familia, de algún evento traumático que generó codependencia (como el hecho de que un padre supliera el amor y la presencia con el dinero), o de creencias colectivas como que el dinero es malo o genera cosas malas.

Después, tenemos que darle las atribuciones propias que sí posee, como que simplemente es un medio de intercambio para muchas cosas, y que objetivamente apreciado, también con el dinero podemos generar miles o millones de cosas positivas para nosotros y para los demás.

Tenemos que reaprender que el dinero en grandes cantidades en sí mismo no hace daño, sino las elecciones que tomamos para emplearlo, y que es complementario a lo mejor de nuestras vidas, pero ni las remplaza ni las borra.

Debemos dar gracias por todo el dinero que hemos recibido directa o indirectamente desde el día que nacimos, y abrazar la creencia de que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y que, de esta manera, somos receptivos a la abundancia del universo por medio de este símbolo llamado dinero.

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