Por Norma Magaña
La felicidad, es un tópico alrededor del cual filósofos, historiadores, psicólogos, y gran variedad de especialistas han reflexionado, indagado los desencadenantes, las motivaciones, los momentos “cumbre” y todas las variables que convergen para alcanzarla, y obvio, evadir el sufrimiento.
Desafortunadamente en tiempos recientes, dentro de la sociedad de consumo que habitamos, ésta se ve influida por las redes sociales y la publicidad, donde ha dejado de ser un ideal abstracto, para ser un producto de consumo adquirido junto con tal o cual producto, bien, o servicio, que instantáneamente conducirá a los cuernos de la luna, al Nirvana en la tierra.
La publicidad lo muestra a diario: caras sonrientes, familias perfectas, eventos felices consumiendo lo que se nos ofrece, o con el imperioso afán de conseguirlo . Ahí el sufrimiento, el conflicto, la enfermedad, no tienen cabida, son demonios indeseables.
Se muestra lo mágico de vivir en “Territorio feliz”, persiguiendo sólo lo bonito, cómodo, agradable, donde con una sonrisa y palabras bonitas todo fluye, dejando de lado todo lo que perturba; mostrar lo triste, desagradable, incluso llorar, es un síntoma de fracaso imperdonable en estos tiempos.
Pregunto: ¿que será más tóxico: fingir felicidad o expresar lo que corroe por dentro? Lo segundo me conecta, me guía, me libera.. lo primero lleva a la frustración, la angustia, a la desconexión, a la enfermedad!
Es la corriente de positivismo tóxico, donde siempre se está sonriente, se dicen solo palabras positivas y bonitas que apenas rozan la realidad personal, presentándose sonrientes en vez de llorosos o preocupados, donde mostrar sufrimiento o abatimiento, es mal visto.
Así se excluye la responsabilidad de hacerse cargo de quien en realidad existe bajo la máscara: yo mism@ con todas las tonalidades de emociones, sentimientos, vivencias, preocupaciones, angustias, problemas, y también, logros, sueños, amores, éxitos …
La narrativa se construye día a día, con la suma de experiencias, personas, encuentros, eventos que conforman a la persona, y si, cambiar las palabras lleva a ver desde otro ángulo lo vivido, y también con la guía adecuada (terapia narrativa), a descubrir agencias personales desconocidas en nosotros mismos.
Sin embargo, no transita por encima de nuestras emociones, ni las evade, ya que todas y cada una de ellas, tiene un valor y son necesarias para construir el mosaico único y personal que muestra el carácter de cada uno.
Desde el enfoque psicológico cada emoción tiene una función particular y su razón de ser, incluso la ira, el enojo, la tristeza, la frustración… son entre otras, las que apelan al crecimiento, a la reflexión, las que incomodan, estimulan a moverse de lugar y experimentar en otros horizontes. +
Al compartir la tristeza, se atrae ayuda, se genera apoyo y se anima a detenerse y reflexionar para seguir caminando. Sentir culpa puede llevar a acciones correctivas de diversa índole.
Marcar territorio y defenderse es algo derivado del enojo de ser invadido por algo o alguien. La vergüenza impone límites a acciones que traerían más vergüenza y llevarían quizá, a ser excluidos de grupos de pertenencia apreciados; la lista es larga si se toma el tiempo para pensar que emoción motivó o desencadenó la acción para llegar al lugar que hoy se habita.
Las personas con salud mental estable, no carecen de problemas, son quienes atraviesan con una adecuada gestión emocional su repertorio de emociones.
Al castigar, demonizar u ocultar lo que se experimenta, en lugar de enfrentarlo y transitarlo, posibilita la aparición de conductas tóxicas o dinámicas disfuncionales que sumarán a complicar aún más la situación, acrecentando el malestar inicial.
La piedra angular de la salud emocional es comprender que las emociones que se experimentan muestran los posibles caminos a elegir, son aliadas, como el Pepe Grillo de Pinocho.
Para mí, la felicidad es la suma de pequeños momentos que se tornan significativos en el fluir de la vida; a veces confrontan, otras motivan, algunas más entristecen o llenan de alegría…poder disfrutar cada uno de ellos es lo que conforma el mosaico de la vida. Ser feliz no es un objetivo, ni un producto adquirible, es vivir plena y conscientemente cada día, es comprender que se pueden vivir
emociones, escucharlas, expresarlas, manifestarlas, transitarlas y decidir actuar conforme a la personal elección.
¿Te cuesta expresar, reconocer o gestionar tus emociones? ¿Las vives como el enemigo a combatir? ¿Las reprimes porque crees es lo correcto? En C7 Salud Mental te acompañamos a descubrirlas, conocerlas y expresarlas sanamente.
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