Hoy quiero compartir con mi amado público, al que le agradezco enormemente que me escuche todos los días, que me retroalimente como lo hace, y sobre todo que me lea, algo muy íntimo de mí, que es mi amor profundo y conexión con mi Santo. Mi nombre, Antonio, fue elegido por mis padres porque fue a San Antonio de Pauda a quien encomendaron mi nacimiento, ya que, siendo el último de mis hermanos, mi mami ya era “grande” y les preocupaba un poco que yo naciera con salud y que todo marchara bien.
Mi papi era un gran devoto de San Antonio, o San Antonito como le llamaba cariñosa y cercanamente, y tenía la férrea fe en que era en parte gracias a su intercesión que yo nací sin problemas. Ese hecho marcó mi vida de una forma increíble y maravillosa, porque desde que cobré conciencia de eso, me sentí guiado, protegido, y cubierto por el halo milagroso del que comencé a llamar “Mi Santo”. San Antonio de Padua nació en 1195 en Lisboa, Portugal y trascendió de este plano un 13 de junio del año 1231 en Arcella, Verona, Italia por eso su fiesta patronal es el 13 de junio. Su nombre real es Fernando Martins de Bulhões, nació en una familia adinerada en Lisboa pero se crió en la iglesia, uniéndose a los canónigos agustinos en 1210, e ingresando a la orden franciscana en 1220 como fraile y santo patrono de los pobres, en donde toma el nuevo nombre de Antonio.
Por su trabajo de conocimiento sobre Dios y sus grandes misiones, se ganó una enorme admiración como predicador destacándose por su enseñanza sencilla pero profunda de la fe católica romana y fue proclamado Doctor de la iglesia. Su predicación también lo llevó a Padua, donde fundó una comunidad franciscana. Su devoción más conocida es la relacionada con encontrar bienes perdidos, o encontrar esa pareja perdida. La leyenda dice que San Antonio tenía un precioso salterio que le fue robado por un novicio que abandonó su comunidad franciscana así que oró fervientemente por la devolución tanto del libro como del novicio, y sus oraciones fueron concedidas; también es el santo patrón de los marineros, pescadores, sacerdotes y viajeros. Murió en camino a Padua, donde está enterrado, y fue canonizado en 1232.
De alguna manera, su historia me identifica en el sentido de que yo desde muy niño sentí una clara fe en Dios, una enorme devoción a su poder, y un gran sentido religioso que me llevaba a visitar la iglesia de mi colonia, por gusto, nadie me lo tenía que pedir. Por supuesto, el llevar su nombre me conecta directamente con San Antonio, pero, sobre todo, el profundo agradecimiento que tengo con él porque, créanmelo o no, estoy convencido y seguro de que ha sido gracias a su intermediación que muchas obras se han concedido en mi vida. Por esto siempre he mencionado que la FE, con mayúsculas, es y debe ser uno de nuestros principales -si no es que el más- motores en la vida.
No tanto así la esperanza, sino la FE en que lo que hacemos con convicción, buena voluntad, acción y el fuego del espíritu de Dios en nosotros, es un mandato que debe hacerse realidad. Ya lo dijo el más grande maestro del Amor: que la FE mueve montañas, e infinidad humanos que han sido santificados son venerados porque con su FE, fueron manifestadas obras magnificentes en este mundo. Yo doy testimonio de que San Antonio de Pauda sigue siendo, en mi FE, un prodigioso y glorioso hacedor de milagros. ¡Gracias mi Amado San Antonio!