Hace muchos años que comparto la idea de que la niñez no es el futuro, sino el presente de nuestra sociedad. Todo lo que se pueda hacer para proteger, ayudar e impulsar niñas y niños es poco comparado con los beneficios que se obtienen.
Fundación Quinta Carmelita A.C. es una de esas iniciativas que mueve y conmueve. Treinta años dedicados a la atención de menores de edad que necesitan una familia y a una de las causas más nobles que podemos apoyar que es cuidar de pequeños que están a la espera de un hogar.
Un equipo de personas extraordinarias ha dedicado su vida por estas niñas y niños que diariamente tienen un trato digno, cariñoso y lleno de amor, en tanto pueden reunirse con aquellas personas que los están buscando para formar una familia.
Como sucede en estas organizaciones civiles auténticas, las historias de felicidad llegan hasta el fondo del corazón y la tarea cotidiana de proteger a los menores que se encuentran en Quinta Carmelita hacen que, como luego veo en algunos memes, se restaure la fe en las personas y en la vida misma.
He tenido el privilegio de conocer el esfuerzo de las y los responsables de la Fundación y de participar en varias actividades para festejar y convivir a las niñas y los niños, así como a sus responsables de cuidado. Es una experiencia que recomiendo ampliamente, porque nos brinda beneficios importantes.
El primero es fortalecer nuestro sentido de solidaridad hacia los demás. Todo el tiempo escuchamos la relevancia que tiene ayudar al prójimo, pero llevarlo a los hechos da una nueva perspectiva a nuestra humanidad. He tenido la oportunidad de conocer a muchas personas que llevan a cabo una tarea social a favor de los que más lo necesitan y en todos los casos he podido atestiguar su integridad y generosidad por encima de lo que podríamos considerar común.
El segundo beneficio es el agradecimiento que uno puede descubrir por las bendiciones que tenemos y que, ante el ajetreo cotidiano, damos por aseguradas. Una pareja que construye una familia a través de incorporar a uno de estos pequeños es uno de los espectáculos más hermosos que puede uno observar. Y, al mismo tiempo, hace que valoremos la propia y el hogar que hemos hecho con nuestra pareja, nuestros hijos y nuestros nietos (quien ya los tenga).
En México existen muchos tipos de familia, todos ellos unidos por el amor y la confianza. Nuestra sociedad ha sabido ejercer la tolerancia como un derecho y el respeto como una condición para reconocer garantías y libertades para quienes la integramos, independientemente de preferencias y orientaciones. Cada familia es un refugio y una pieza indispensable del tejido social. Si queremos vivir en paz y con prosperidad tenemos que seguir fortaleciendo a la familia como el concepto que nos une en comunidad.
Por eso es tan crucial que tomemos una causa noble y la apoyemos, la que sea. Si la que escogemos es una labor como la de la Fundación Quinta Carmelita podremos presenciar cómo se ponen en marcha los mejores sentimientos para juntar a niñas y niños con familias responsables y amorosas que los cuidarán para el resto del camino.
Pero no es la única forma de ayudar, existen otras iniciativas y opciones para actuar de manera solidaria y corresponsable con los demás. Esta es una que sugiero porque me consta su gran trabajo, pero cada quién es libre de encontrar la que mejor de identifique con sus valores y principios. Lo que no debemos dejar pasar es hacer labor social y dar la mano a la mayor cantidad de buenos propósitos y buenas causas con las que podamos estar en contacto. Eso es ser auténticamente humanos.