Por Claudia Gómez R.
Vivimos una época que enfrenta numerosos desafíos. La humanidad está inmersa en una sociedad que busca producir más y más, buscando ser cada vez más eficiente. Una de las consecuencias de esto, es que la enfermedad y la vejez se convierten en estorbos, generando un problema mayúsculo al cual no hemos tenido la capacidad de enfrentar.
Los grupos familiares son sin duda uno de los más golpeados por la forma en la que hemos decidido vivir. Se han perdido muchos de nuestros valores, la calidad de nuestras relaciones es deficiente, aunada a la presión para mantener nuestro nivel de vida, generando desaliento, llevando a tantos al consumo de sustancias para olvidar la situación en la que se encuentran, abonando a la angustia y depresión que muchos sufren.
Todo esto acrecienta el descuido de poblaciones vulnerables, sumado a la falta de interés de las autoridades, y es que poco nos damos cuenta de un problema que incrementa.
La falta de cuidado hacia ciertos grupos vulnerables, como los adultos mayores, las personas en situación de calle y aquellas que han intentado suicidarse, son un problema social que se va agravando.
A pesar de los avances en derechos humanos y bienestar social en muchas partes del mundo, estos grupos continúan sufriendo marginación y desatención.
El grupo de adultos mayores crece en términos de la población mundial, debido al aumento de la esperanza de vida. En 2050, el número de personas de 65 años o más aumentará a 1.600 millones.
Si hoy no hacemos algo, el problema de abandono y negligencia seguirá creciendo. La falta de cuidado puede atribuirse a factores culturales y económicos. En muchas culturas como la nuestra, el envejecimiento no es valorado, y los ancianos son vistos como una carga.
Hoy se necesitan los sueldos de varios de los miembros de la familia para subsistir, lo que deja a los grupos familiares con gran dificultad para el cuidado que necesitan las personas mayores; en muchos casos no es que no quieran, es que no pueden.
Nuestra forma de vivir ha trastocado las estructuras familiares cambiándolas, y muchas personas mayores viven solas, sin el apoyo de sus familias.
Las consecuencias de esta desatención son severas. Los adultos mayores que no reciben el cuidado adecuado pueden experimentar soledad, depresión y un deterioro acelerado de su salud física y mental.
Otro grupo vulnerable son las personas en situación de calle, personas que enfrentan una grave falta de cuidado por parte de la sociedad. En 2024, según cifras oficiales, se estima que hay aproximadamente 1,124 personas en situación de calle en la Ciudad de México. La percepción que yo tengo es que son mucho más. En las páginas oficiales se dice qué del total de este grupo, el 86% son hombres y el resto mujeres, y el 25% son adultos mayores. Nuevamente tengo una percepción distinta pues me da la impresión de que son muchos más.
Las causas de esta problemática son multifactoriales, pero la insuficiencia de vivienda, los problemas económicos, el desempleo, los problemas personales como enfermedades mentales y adicciones, son algunas de las causas. A menudo, estas personas son invisibilizadas y estigmatizadas, lo que perpetúa su exclusión social.
La falta de cuidado hacia las personas sin hogar tiene consecuencias devastadoras. Sin acceso a servicios básicos como salud, alimentación y vivienda, estas personas enfrentan riesgos significativos para su salud y seguridad.
Aquellos que han intentado suicidarse representan otro grupo más de la lista de personas en situación vulnerable, que a menudo no reciben el apoyo necesario. No se dispone de datos específicos sobre la tasa de intentos de suicidio en la Ciudad de México para 2024. Sin embargo, en años anteriores, se ha observado un incremento en la tasa de suicidios en México, pasando de 5.3 por cada 100,000 habitantes en 2017 a 6.3 en 2022.
La falta de cuidado hacia estas personas puede deberse a la falta de comprensión y estigmatización de las enfermedades mentales.
Muchas veces, el sistema de salud no está equipado para brindar el apoyo necesario, y las personas que intentan suicidarse pueden sentirse aisladas y desamparadas.
Las consecuencias de esta falta de cuidado son trágicas.
Abordar estos problemas, para encontrar soluciones que sean efectivas es fundamental, tendríamos que ser capaces de aumentar la conciencia sobre estos grupos vulnerables, fortalecer los servicios a la salud mental, fomentar el cuidado del adulto mayor y mejorar los servicios de salud mental, asegurando que sean accesibles y estén adecuadamente financiados.
En cuanto a lo que nos toca a cada uno de los ciudadanos, es darnos cuenta del problema en el que estamos, fortalecer nuestros lazos familiares, conocer los lugares donde se puede pedir ayuda. Tratar con dignidad a cualquiera que atraviesa una situación de vulnerabilidad, y apoyar e impulsar leyes que mejoren las condiciones de vida.
Grandes retos los que debemos afrontar en una modernidad, que a pasos agigantados nos está sobrepasando.
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