Este año que inicia deseo que la confianza social crezca como nunca y que la relación entre ciudadanos e instituciones sea la más cercana de la historia reciente. Ninguna sociedad puede resolver los problemas sola, como tampoco puede hacerlo ningún Estado sin el respaldo de su población.
La confianza es un principio que puede reproducirse desde lo personal y contagiar a una mayoría; a diferencia de otras emociones que nos brinda certeza, la confianza motiva a que actuemos para fortalecer esa seguridad que es necesaria para que nuestro entorno funcione mejor.
Henry David Thoreau fue uno de los filósofos estadounidenses más importantes de su tiempo. Sus ideas transformaron la segunda parte del siglo XIX y hasta hoy es uno de los pensadores con mayor influencia en el estudio del comportamiento de las sociedades.
Fue un opositor a la intervención de los Estados Unidos en México y a la esclavitud que privaba en su nación; aunque sus postulados eran siempre directos y precisos, tiene una frase que destaca por su esperanza: “Ve con confianza en la dirección de tus sueños. Vive la vida que has imaginado”.
Si hemos tenido la visión de mejores condiciones de vida para nuestros seres queridos y para nosotros mismos, debemos desarrollar la confianza suficiente en todo lo que hagamos y pensemos.
También en los demás y en cada una de las instituciones públicas y privadas que hemos construido. Confiar no es conducirnos de manera ingenua, es hacer lo que nos toca para que lo que debería suceder, ocurra; y lo que tiene que funcionar, lo haga en beneficio de todas y de todos.
Nunca podemos acostumbrarnos a un sistema en el que hay resultados solo si se rompen las reglas o se toman atajos, eso solo perjudica a una comunidad y sustituye la confianza por el cinismo.
Cualquier grupo humano que no puede fiarse de la mayoría, no puede avanzar hacia ninguna dirección. La próxima vez que observemos a nuestro equipo favorito jugar, pongamos atención en la confianza aparente que tienen a lo largo del encuentro, garantizo que es una buena forma para explicar su posición en la tabla. Pero lo mismo pasa con una banda musical que desafina, una empresa que no alcanza las ventas esperadas y un vecindario que se descuida.
Cuando confiamos en otros, reforzamos la confianza propia y proyectamos lo mejor de nosotros, esperando lo mismo de los demás. Eso crea compromiso y cumplir con cualquiera que se haga construye códigos de conducta y forma valores que se arraigan en nuestra educación. Una sociedad que se compromete, se une. Solo tenemos que estar atentos para elegir las causas y los principios correctos para estar juntos.
A diferencia de las expectativas, que pueden estar basadas en deseos y no en realidades, las causas tienen como origen a los ideales y éstos siempre están dirigidos hacia lograr el mejor mundo posible.
No es tan importante alcanzar esa última frontera que implica conseguir un ideal, mientras construyamos la versión más completa de una sociedad integrada por personas confiables, capaces, íntegras y generosas.
Esa sería una buena meta en este inicio de año. Comenzar a constituirnos como ciudadanos, vecinos y personas que forman parte de comunidades que privilegian los valores y los principios, sobre un fuerte cimiento de confianza.
No veo por qué éste no sería el inicio de una era en la que confiamos y nos volvemos confiables para los demás y agregamos valores y principios a nuestra conducta diaria para resolver esos problemas cotidianos cuya solución están en nuestras manos. Tal vez ese es el auténtico civismo que tanto podríamos aprovechar.
Por cierto, Thoreau era un convencido de que la naturaleza tenía muchas de las respuestas que buscamos. Puede que haya sido uno de los precursores de la defensa del medio ambiente y de la importancia de habitar este planeta en armonía con otras especies. Un buen ideal que podemos sumar a esta posible era de la confianza, es aquella en la que aprendemos finalmente que nadie está solo, si está conectado con todo lo natural que lo rodea.