Opinión

Hablar sobre las drogas

Aviso que condenar no ayuda de mucho y menos lanzar el sobado discurso de la mano dura; este es un reto de salud pública

Los ciudadanos somos ampliamente corresponsables en la disminución de las adicciones y ese es el papel que nos toca para contribuir con la paz y regresar la tranquilidad a muchas de nuestras comunidades.

Al interior de nuestras familias debemos abrir el diálogo acerca de las drogas y sus daños. No se trata de estigmatizar, sino de escuchar lo que cada quien tiene que decir para que nos pongamos de acuerdo acerca de lo que significa el consumo, ocasional o regular, de estupefacientes dentro de un negocio ilícito que genera demasiada violencia a partir de esos millones de compras hormiga.

He hecho el ejercicio y no es fácil, pero es la única forma en la que podemos aportar a la solución de este problema que destruye vidas, hogares, y buena parte de una sociedad.

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Aviso que condenar no ayuda de mucho y menos lanzar el sobado discurso de la mano dura; este es un reto de salud pública y de atención a causas que han permanecido durante mucho tiempo como el origen de diversas epidemias de consumo.

Comienzo por aclarar que tengo dudas fundadas sobre la legalización a rajatabla, aunque puedo confirmar que no hay una relación entre que se permita fumar, por ejemplo, mariguana y aumenten los delitos.

Son las drogas de mayor potencia, gracias a la tecnología, las que han diezmado muchos lugares en la región y parecen ser la nueva estrategia para continuar cubriendo una fuerte demanda de opioides sintéticos en Norteamérica (en las tres naciones).

Esas sí están relacionadas con muchos crímenes comunes y de alto impacto, no solo por sus efectos, sino por el beneficio económico que representa el tráfico.


Sin embargo, para nosotros los civiles, todo comienza en el hogar. A pesar de que tenemos mucha información acerca de los efectos de usar alguna droga, la conversación dentro de las familias gira en torno a las noticias sobre la violencia o al problema global del tráfico de sustancias prohibidas, lo que hace que se vuelva abstracto.

Cuando lo que podríamos hacer es educar, prevenir y reducir ese mercado de usuarios que caen en la trampa de la recreación para engancharse irremediablemente en adicciones que se convierten en una auténtica tragedia personal y social.

Admito el argumento de que existen sustancias legales que podrían compararse con esas drogas tan poderosas como populares, salvo por la destrucción que están provocando a una velocidad inédita que no ha logrado el azúcar o el cigarrillo, sin quitarles la merecida letalidad histórica que tienen y su responsabilidad en millones de muertes al año por diabetes y enfermedades pulmonares y cardiovasculares crónicas.

Tampoco cierro los ojos sobre el modelo de vida que hemos sostenido y que ha permitido dejar pasar por la puerta de nuestros domicilios dosis de drogas que son vistas como elemento de diversión o de apoyo para manejar el estrés, cuando no sirven para ninguna de las dos.

Una regla de los negocios es que, sin demanda, no puede existir oferta. Claro que para eso está la mercadotecnia y se puede convencer a cualquiera de adquirir algo que no necesita, pero la última decisión es nuestra y la mejor forma de elegir correctamente es contar con la información adecuada, una red de confianza y el apoyo de una comunidad que te respaldará en las buenas y en las malas, sustentada en valores y principios que buscan el bien común.

En ese sentido, la revisión de esas causas desde el punto de vista ciudadano es una obligación que debemos atender ya.


Si no hay oportunidades de desarrollo común y una toma de consciencia acerca de lo que realmente significa la legalidad -y que es vivir respetando las normas, porque estamos convencidos de que son las mejores reglas para convivir- y una cultura de la confianza en las instituciones, en nuestros vecindarios y en nosotros mismos, seguiremos siendo ese mercado ideal para una industria que encontrará nuevas drogas, más adictivas, para mantener su negocio.

Conducir vidas jóvenes que no necesiten probar ni usar drogas; convencer a los adultos de que no son artículos para mejorar la fiesta o ampliar las capacidades profesionales; y presionar positivamente a las industrias legales que han impulsado crisis como la de los medicamentos controlados que, de pronto, aparecieron en los estantes al lado de las cajas de aspirinas.

Ayudará a que las autoridades cumplan con su parte, la iniciativa privada logre la suya y nosotros aportemos lo que nos corresponde en este gran acuerdo social para detener la época más oscura de adicción de nuestra historia. Solo así regresaremos a la tranquilidad.

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Compartamos la información y la campaña que esta semana ha lanzado el Gobierno de México por todos los medios a nuestro alcance, es de suma importancia para el futuro y el de nuestros seres queridos, solamente por eso deberíamos actuar, pero no olvidemos que somos ciudadanos y tenemos mucho que hacer en este tema.

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