Leobardo Gómez González, alcalde de Tihuatlán, Veracruz, pareciera que no se ha dado tiempo de sintonizar las Mañaneras del Pueblo, ni mucho menos de empaparse de la iniciativa que promueve Claudia Sheinbaum para combatir el nepotismo. Porque, a juzgar por los hechos, el alcalde no tiene problema en pasarle la estafeta a su hijo, Edwin Gómez, quien, para colmo, ni siquiera vive en el estado.
Edwin Gómez se inscribió en la encuesta interna de Morena para competir por la candidatura del municipio que actualmente gobierna su padre, quien es conocido por su transformación de panista a ferviente morenista. Al parecer, Leobardo está decidido a convertir el municipio en una especie de “herencia familiar”, como si se tratara de un pequeño reino.
Pero aquí viene lo más jugoso: ¿rectificarán padre e hijo retirando estas aspiraciones, o se aferrarán a la posibilidad de mantener el presupuesto municipal en casa? La jugada está dando de qué hablar, especialmente porque pone en entredicho los valores de Morena y su lucha contra el nepotismo.
Mientras tanto, en los pasillos del partido, los rumores no paran: ¿será que el alcalde busca dejar todo atado y bien asegurado para Edwin? ¿O simplemente están probando suerte, esperando que nadie cuestione este evidente caso de “dinastía política”? La moneda está en el aire en el término municipal jarocho, pero algo es seguro: Tihuatlán se está convirtiendo en el centro del chisme político de la semana en el estado del Golfo de México.
