Por Claudia Gómez R.
Una noche de otoño del 2023, el viento soplaba contras las ventanas de su vieja casa, en el patio las hojas secas eran levantadas, formando pequeños remolinos. Eran poco más de las ocho, y Joaquina caminaba rumbo a su casa, su mente perdida en pensamientos sobre el día que había tenido. Era una joven de veinticinco años, venía distraída con su celular, cómo lo hacemos muchos, en este afán de no perdernos de nada.
Sin darse cuenta, desde cuadras atrás, una sombra venía acechándola. Unos metros antes de llegar, al doblar la esquina, la sombra se convirtió en un hombre con una navaja, y sin tiempo para reaccionar, la empujó contra la pared, le puso la navaja contra las costillas y a través de su pasamontañas le susurró: “dame todo lo que tengas mal nacida.”
Nerviosa le acercó el bolso, mientras un escalofrío le recorría la espalda. El corazón desbocado buscaba salir de su pecho, un vecino gritó al ver lo que ocurría, y el hombre clavó la helada cuchilla en su costado “volveré le dijo, sé donde vives”.
Despertó al amanecer, el ruido de los sensores marcaba sus signos vitales, adormecida y confundida comenzó a ponerse nerviosa, y el monitor mandó la alarma, una enfermera de la unidad de cuidados intensivos, entró y le pidió que se tranquilizara.
A los pocos minutos entró la Dra. Reyes y se presentó: “Cómo te llamas, sabes qué día es hoy, sabes dónde estás, hay alguien a quien podamos llamar? Las preguntas la aturdieron, pero fue cuando se dió cuenta de que habían pasado cuatro días, que se alarmó.
Regresó a casa con una cuenta impagable de hospital, las emociones como torbellino se desbocan sin poderlas detener, recordaba cada detalle de su asalto, pero sobre todo la frialdad de su voz y la amenaza.
En el trabajo le dieron apenas una semana de incapacidad y ya habían pasado cinco días, no podía dormir, en la soledad de su cuarto las sombras la acechaban, empezó a hiperreaccionar con cada sonido, con el del timbre del teléfono, no podía ni ver su celular, todo tenía un eco aterrador.
Intentó salir, pero la calle se presentaba como un laberinto oscuro donde se sentía perdida, de pronto se dio cuenta de que estaba atrapada en una prisión, construida por su propia mente.
Perdió su trabajo, comenzó a beber y un día, tirada en el suelo del baño donde llevaba inconsciente varias horas, se despertó sabiendo que si no hacía algo moriría.
En 1980 aparece en DSM III (Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales), un término que se acuñó en 4 letras TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático). Un estado emocional que afecta la salud mental, que se desarrolla normalmente tras un evento traumático, como guerras, desastres naturales, agresiones o accidentes.
Las características de algunos de los síntomas están ligadas a la falta de sueño, la hipervigilancia, revivir el episodio constantemente, embotamiento emocional, incapacitando a la persona.
Indepaz publicó la cifra alarmante que marca un 70% de mujeres que en México han sufrido algún tipo de violencia, de los hombres hay pocos datos, pues según otro estudio, el 96% no denuncian.
Si estás atravesando una situación emocional que te sobrepasa, busca ayuda. Joaquina como muchas víctimas de violencia, viven situaciones que rebasan la capacidad de respuesta, que no tienen herramientas para hacerlo; la ayuda terapéutica puede ser un camino para abrir nuevos caminos.
Si quieres saber el desenlace de esta historia, no te pierdas el siguiente domingo nuestra publicación.
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https://www.indicedepazmexico.org/el-aumento-en-la-violencia-de-genero