Por P. Teba
¿Quería preguntarte querido lector si has sentido alguna vez la sensación de diluirte en el otro… de perderte en el otro?
Suelen ser unos minutos donde desaparece la noción de tiempo y espacio… y donde te sientes resguardado, cuidado, protegido en el otro. Es una sensación impersonal, de dejar de ser el que crees ser, para fundirte en los brazos de otro ser. Esta vivencia es muy arcaica en ti. Aunque no la recuerdes, está en tu inconsciente… lo has vivido con mamá, ¿sabes? Un día tú has sido un bebé pequeñito, tierno, inocente, vulnerable, que se sentía A SALVO… en los brazos de mamá o en la GLORIA sujeto en los brazos de papá.
Es parte de tu supervivencia.
No tenías ni idea de qué ropa llevabas puesta, en qué calle vivías o el apellido de tus padres, pero como una antena parabólica captabas todo lo que sentía mamá, porque formabas parte de ella, compartíais el mismo campo emocional… Tienes esa información en ti, en tus células. La sensación impersonal de fundirte en el otro.
¿Es conocida para ti, esa sensación de fundirte con otro y depender de su alimento emocional?
¿Has tenido la vivencia de sentirte absolutamente seguro en otro, sin necesitar hacer nada, porque todo te era dado en ese instante? ¿Esa sensación de querer que el tiempo se pare porque vivirías eternamente ahí? ¿Al hacer el amor, por ejemplo? Y en ese caso, ¿qué percibes al separarte del otro?
¿Puede que a lo largo de toda tu vida hayas tenido otras experiencias de disolución en búsqueda del paraíso perdido?
Quizás con alguna sustancia, hongo, plantas sagradas, alcohol, algún psicotrópico… o quizás tú te pierdes dejándote llevar por la música… o bailando hasta caer rendido…
O… ¿te cuesta despertarte por la mañana? ¿Te quedarías eternamente en el mundo de los sueños?
La vida continúa y sigues creciendo en tu evolución biológica… la fusión se rompe. Del uno ha nacido el dos, ahora ves a mamá separada de ti, y también reconoces a tu padre, hermanos, abuelos… Tu clan está ante ti… son los tuyos…
¿Puedes reconocer el sentido de pertenencia que has sentido en tus primeros añitos de vida siendo parte integrante de esta familia? ¿Cómo sentías a los tuyos?
Tu clan… tu familia de sangre… lo que has heredado de tu linaje… tu apellido, las costumbres, una determinada educación y las normas que has asumido de tu grupo familiar. En ese primer momento las convicciones del clan eran incuestionadas porque no conocías otras… lo has asumido como parte de tu supervivencia.
La tradición de tu pueblo, las comidas en casa de los abuelos… forman también parte de ti. ¿Y qué sucedía si alguien contradecía los valores que has tomado a través tu clan?
Y sigues creciendo… pasando del nosotros del clan al yo. Creces hasta convertirte en un
adolescente y sientes una fuerza interior que ahora te impulsa a romper esos patrones que hasta ese momento te habían dado seguridad. Ahora quieres experimentar por ti mismo, necesitas saltarte las normas, reivindicar las reglas. Necesitas individualizarte, sentir tu propia estructura, asentarte en tus propios pies, probar la fortaleza de tu propio yo. ¿Ante qué o ante quienes has necesitado revelarte para afirmarte en tu propia identidad?
Aquí se vive el riesgo que supone la libertad de elegir por uno mismo y el temor solapado ante el riesgo a la equivocación.
Observa tus propias elecciones en la adolescencia… tus grupos elegidos…. ¿A quiénes has sentido como tu tribu? La tribu del insti, del barrio, del fútbol, música… ¿Eres de derechas, de Izquierdas…? ¿Eres católico, budista, espiritual? ¿Pijo, hippie, punki, macarra, rockero? ¿Vulgar, del montón o especial?
*Continuará
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