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¿Por qué cada vez nacen menos chilenos?

La tasa de fecundidad en América Latina ha bajado en las últimas décadas, pero en casi ninguna parte al nivel que ha descendido en Chile. Dos expertas explican factores y efectos de este fenómeno.Las cifras varían según la fuente, pero la tendencia es la misma: Chile es uno de los países con menor tasa de fecundidad del mundo. Según el Banco Mundial, en 2022 la tasa de fecundidad chilena era de 1,5 niños nacidos vivos por cada 1.000 mujeres; el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Chile considera que la proyección para 2021, la fecha más reciente disponible, era de 1,17; y el sitio MoreBirths.com, que realiza estadísticas y proyecciones, estima que para 2024 el número chileno fue de apenas 0,88.

Si esto es cierto, y todo indica que lo es, Chile solo sería superado por Corea del Sur en el listado de países del mundo con menos nacimientos por cada mil mujeres. Causas del fenómeno hay muchas, soluciones, pocas, y consecuencias, innumerables. Ámbitos como la salud, la convivencia, la fuerza de trabajo, la composición de la familia y la sostenibilidad del sistema de pensiones se pueden ver afectados, y los efectos de una tasa de fecundidad por debajo del 2,1 -que es la tasa de reemplazo- puede repercutir incluso en áreas tan impensadas como la geopolítica.

"Ha habido una tendencia en todos los países del mundo, especialmente en América Latina, de una caída reproductiva progresiva en los últimos sesenta años, y responde a múltiples factores”, dice a DW Marinella Mazzei, demógrafa y subdirectora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile. "¿Cuáles son los factores? Aumento de los niveles educativos femeninos, incorporación cada vez mayor de las mujeres al ámbito laboral, cambios profundos en términos sociales y culturales, y a la manera en cómo se concibe hoy la maternidad y la paternidad”, enumera la experta.

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Efectos importantes

La caída libre en el número de nacimientos no cesa. Datos del INE muestran que, en comparación con 2023, todos los meses de 2024 mostraron bajas en torno al 20 por ciento. "Una de las constantes en la especie humana ha sido la reproducción, y eso es algo que efectivamente en las últimas décadas se ha empezado a cuestionar”, explica a DW Martina Yopo, socióloga y académica de la Universidad Católica que ha dedicado años a investigar este fenómeno.

"El descenso sostenido y abrupto de la natalidad tiene efectos muy profundos para la sociedad. La baja se traduce en un decrecimiento y envejecimiento de la población, lo que tiene implicancias en distintos sistemas sociales. En el caso de Chile ya hay varios servicios de salud que han cerrado maternidades porque no están naciendo niños”, ejemplifica. A la vez, los cuidados de las personas mayores también se ven afectados porque ya hay familias sin nuevas generaciones, lo que genera "una presión y una necesidad muy fuerte de repensar la organización social de los cuidados”.

Mazzei agrega que este envejecimiento de la población "tiene efectos importantes en el mercado laboral, porque cada vez hay menor incorporación de jóvenes, y también en el sistema de salud, porque hay un cambio en el perfil de las enfermedades, con un aumento de cánceres, problemas cardiovasculares y casos de alzhéimer o párkinson”. Y coincide con Yopo en que "estructuras familiares más reducidas, sin hijos, van a complicar los cuidados de la adultez mayor”: hay más ancianos, y menos jóvenes que se ocupen de cuidarlos.


"Pueden elegir no tenerlos”

Yopo estima que la principal razón por la que los jóvenes no están teniendo hijos es que "efectivamente, pueden elegir no tenerlos”. En sus estudios se revela que las mujeres mayores de 60 años dicen que ellas simplemente tenían los hijos, no había más opciones. Las estructuras familiares, entonces, contaban con 6 u 8 niños, que luego se convertían en padres, tíos o primos. Se conformaba, así, una familia numerosa, que muchas veces servía también para ayudar a los padres en el cuidado de los más chicos. Eso lentamente está desapareciendo.

"El hecho de que hoy están naciendo menos niños es también un indicador de que las mujeres, a través de la anticoncepción y la interrupción del embarazo, tienen mayor autonomía reproductiva y pueden decidir si quieren embarazarse”, apunta Yopo, que destaca otro elemento: "lo que también vemos en la sociedad chilena ha sido un aumento muy importante en el estándar de vida”. La fuerte disminución de la pobreza, la ampliación de la clase media, la mayor capacidad de consumo y la movilidad social "son ganancias que los jóvenes no están dispuestos a sacrificar por tener familia”.

También se mencionan otros factores: escasez de tiempo para compartir con la familia, inestabilidad laboral que hace inviable una proyección a largo plazo o incluso visiones de fondo sobre la sostenibilidad del planeta.

¿Hay soluciones para este problema? Países como Japón, Corea del Sur o Alemania han introducido cambios, sin mucho éxito. "Cada vez es más difícil para los jóvenes compaginar la vida laboral con la paternidad. Lo adecuado es que las políticas públicas estén presentes para que las personas sientan que pueden tomar decisiones respecto a la reproducción y la cantidad de hijos que desean tener”, dice Mazzei. "No hay una fórmula única con efectividad global”, agrega Yopo, "pero la investigación ha mostrado que la política pública que ha tenido mayor eficacia es tener servicios de cuidado infantil gratuitos y de calidad que tengan la duración de la jornada laboral”.

(cp)


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