En el Día Mundial de la Prensa, celebrado cada año para recordar la importancia de la libertad de prensa, es crucial destacar los riesgos significativos a los que se enfrentan los periodistas en todo el mundo.
Este año, la atención se centra especialmente en la trágica cifra de más de 141 periodistas que han perdido la vida cubriendo el conflicto en Gaza, un sombrío recordatorio de los peligros que enfrentan los reporteros en zonas de conflicto activos desde hace ocho meses.
Pero no hay que olvidar a los que ejercen su labor en Ucrania, Rusia, Afganistán y Sudán, eso sin contar otros como Argentina, Ecuador, Colombia o México, donde las presiones vienen desde otros frentes.
Estos profesionales, armados solo con su valor y sus cámaras, se adentran en el corazón de los conflictos para ofrecer al mundo una ventana a las realidades que muchas veces preferiríamos ignorar.
La pérdida de estos valientes periodistas no solo es una tragedia personal y profesional, sino también un golpe a la capacidad de la sociedad para mantenerse informada y tomar decisiones basadas en hechos verificados.
Paralelamente, en México, los periodistas enfrentan una situación de vulnerabilidad constante, marcada no solo por la violencia de los grupos criminales, sino también por la falta de garantías para el ejercicio libre y seguro del periodismo.
México se cuenta entre los países más peligrosos para ejercer esta profesión, donde las amenazas, los secuestros y los asesinatos de periodistas ocurren con una frecuencia alarmante. Este clima de intimidación y violencia socava gravemente la libertad de prensa y limita la capacidad de los medios para cubrir temas sensibles.
En los últimos 5 años, 42* profesionales de los medios de comunicación han sido asesinados en nuestro país, que es parte de una región latinoamericana en la que, año tras año, se acumulan también los comunicadores desaparecidos. En México, además, los periodistas se enfrentan a un corporativismo voraz, una extendida precariedad laboral y a altas tasas de informalidad. A esto se suma la tiranía del clic, que fomenta la explotación de recursos ajenos en detrimento de la investigación y la creación de contenido original y de calidad. Igualmente preocupantes son la concentración, la sobreexposición y la monopolización de los micrófonos, la conducción y las columnas de opinión por parte de un reducido grupo de comentaristas.
En definitiva, el futuro del periodismo es poco alentador con todo esto sobre la mesa pero hay esperanza porque hay miles de profesionales que aman su trabajo y tienen clara su responsabilidad social cuando toman un procesador de texto, se ponen delante de un micrófono o de una cámara, postean o generan un reel a sabiendas del riesgo que corren al informar.
Este Día Mundial de la Prensa, mientras recordamos a aquellos que han caído en su línea de deber, también renovamos nuestro llamado a la protección y el respeto por los periodistas en todas partes, más cuando no solo los conflictos, sino también ahora los gobiernos apuntan directamente a periodistas —con nombre y apellidos— en Estados Unidos, Rusia, México y España, sea cual sea su signo político. Primero desde la izquierda criticaron a Donald Trump, pero hoy líderes de esa izquierda han asumido como suyas estas prácticas.
Las amenazas de los gobiernos en países democráticos de silenciar a los periodistas siempre han existido de alguna forma u otra —coacción por inversiones publicitarias o de recursos humanos—, pero hoy crecen los riesgos y no solo por los intereses corporativistas, políticos y gubernamentales sino que también por piratas informáticos y otros tipos de asociaciones delictivas.
Sin embargo, ahora, con la excusa de querer luchar contra la IA, las fakes news, la desinformación o, como últimamente han calificado, el fango informativo ponen a los medios en la mira y no en los difusores de esos clips, post o reels que inundan las redes sociales. Hay demasiada polarización, pero tampoco se puede asimilar que la única verdad es la de los gobiernos.
La labor de los periodistas no es más que sumar al equilibrio de poderes en la democracia y ayudar a la ciudadanía a saber discernir siempre a través de la información y terminar con el riesgo de los denominados “desiertos informativos locales” que algunos aprovechan para sacar ventaja política.
La capacidad de informar sin miedo a represalias es esencial para una sociedad libre y democrática. Apoyar a los periodistas y defender la libertad de prensa es responsabilidad de todos, desde gobiernos hasta ciudadanos, para asegurar que la verdad nunca sea una víctima más del conflicto, del corporativismo y de la polarización política.
*Datos del informe anual respecto a la Clasificación Mundial sobre la Libertad de Prensa 2024: el periodismo, bajo las presiones políticas de Reporteros Sin Fronteras señalan que han sido 37 los periodistas asesinados en México entre 2019 y 2023, mientras que Artículo 19 registra 42.