Ser socialmente responsable implica un compromiso social y también político por fortalecer y promover a una ciudadanía participativa y responsable, lo que a su vez se debe reflejar en una activa y copiosa participación de sus ciudadanos en las elecciones, como uno de los pilares fundamentales para el funcionamiento de cualquier democracia.
Ser ciudadano, más que un atributo estático, es una realidad en permanente construcción, que ha ido evolucionando junto con los Estados democráticos. En un principio con el reconocimiento de los derechos individuales o civiles, más tarde con los derechos políticos y más recientemente los derechos sociales.
Por cuanto ve a los derechos políticos, la esencia de la democracia reside en la capacidad que tenemos los ciudadanos para elegir a quienes nos representaran, y expresar nuestra voluntad a través del voto. El participar y votar legítima a quién nos representan y también al sistema democrático y sus instituciones.
Un alto nivel de participación es una señal de un sistema político saludable y de una ciudadanía que confía en sus instituciones. Por el contrario, una baja participación puede indicar descontento, apatía o falta de confianza en el sistema, lo que puede debilitar la estabilidad democrática.
La participación electoral es un ejercicio del poder ciudadano. Es una de las formas más directas en las que nosotros como ciudadanos podemos influir en el rumbo del país, estado o municipio. Al votar también tenemos la oportunidad de incidir en decisiones que afectaran de manera positiva o negativa nuestra vida diaria y el futuro de la comunidad en la que vivimos.
Bajo esta perspectiva, el voto se vuelve la pieza clave de nuestro sistema democrático y, aunque no es el único elemento que debe distinguirlo porque la democracia es mucho más que el simple ejercicio de votar, la importancia de este acto es que está directamente relacionado para lograr consensos y gobernabilidad.
Justo ahora nos encontramos en el momento de los ciudadanos, y entre mayor sea nuestra participación, tanto de diferentes orígenes, edades y grupos socioeconómicos, las políticas resultantes tenderán a ser más representativas y equitativas. La inclusión de voces diversas en el proceso electoral puede llevar a una toma de decisiones más justa y a políticas que aborden de manera más efectiva las necesidades de toda la población, no solo de un sector en particular.
Nuestra participación en las elecciones del próximo domingo no sólo es un derecho, también es una de nuestras principales libertades, lo cual debe ser una de las motivaciones para participar con alegría y esperanza en la definición del futuro de México.
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