Por: Salvador Nito
El cine tiene una cualidad onírica, posee la capacidad de representar sueños en una pantalla. Estos en muchas ocasiones pueden ser misteriosos, inexplicables y confusos. Son estas mismas características las que definen el trabajo de David Lynch. Él no sólo retoma estos aspectos en sus películas, también lo hace en series. Tal es el caso de Twin Peaks, que tras una pausa de 25 años, regresa a la pantalla chica para jugar con la mente de los espectadores.
A principios de los noventa, Twin Peaks cambió la forma de contar historias en la televisión. Ambientada en un pueblo remoto en el noroeste estadounidense, el agente del FBI Dale Cooper (Kyle MacLachlan) es encargado con la investigación del asesinato de la joven Laura Palmer. Al igual que el protagonista, la audiencia descubre los misterios y secretos de un lugar aparentemente normal.
Twin Peaks fue cancelada después de la segunda temporada. En los 25 años que siguieron, adquirió un mayor número de seguidores y el estatus de serie de culto. Hoy, en 2017, se encuentra en una posición ideal. En una entrevista con Rolling Stone, Lynch mencionó que la nueva forma de expresión se encontraba en las series y no tanto en el cine. Reflexión que se puede notar con el trabajo de cineastas como showrunners de televisión, tales como David Fincher con House of Cards o Martin Scorsese con Vinyl.
El regreso de Twin Peaks no es un remake, es una continuación en tiempo real, situada 25 años después de los eventos de las primeras temporadas. Dividida en 18 episodios semanales escritos por Lynch y Mark Frost, todos dirigidos por el primero. Están de vuelta personajes conocidos como el agente Cooper o Log Lady; y al elenco original se añaden nuevos artistas, entre ellos Eddie Vedder, Trent Reznor, Naomi Watts, Tim Roth y Monica Bellucci.
Las series de televisión pasan por un gran momento. Gracias a plataformas de streaming, el alcance es masivo. La tercera temporada de Twin Peaks tuvo su premiere en el festival de cine de Cannes, donde fue recibida con dos minutos de ovaciones. Este regreso logra ser familiar y al mismo tiempo fresco. Es completamente lynchiano, lo que significa que es tan inexplicable como su creador; y que buscarle un sentido no tiene sentido.